Dirección: Phillip Noyce.
Guión: Donald Stewart, Steven Zaillian y John Millius (Novela: Tom Clancy).
Música: James Horner.
Fotografía: Donald M. McAlpine.
Reparto: Harrison Ford, Willem Dafoe, James Earl Jones, Anne Archer, Joaquim de Almeida, Henry Czerny, Harris Yulin, Donald Moffat, Miguel Sandoval, Benjamin Bratt, Raymond Cruz, Dean Jones, Thora Birch.
Cuando es asesinado un amigo personal del presidente de los Estados Unidos (Donald Moffat) y toda su familia por orden de un traficante de droga colombiano (Miguel Sandoval), el presidente ordena una represalia encubierta.
Harrison Ford ya había interpretado a Jack Ryan, el personaje recurrente de las novelas de Tom Clancy, en Juego de patriotas (Phillips Noyce, 1992), una cinta que funcionó muy bien, por lo que era lógico que la Paramount explotara el filón acometiendo la producción de Peligro inminente (1994).
La película está diseñada para su éxito en taquilla, con una cuidada producción y un argumento que intenta llevar la trama de la historia hasta un punto álgido en un final intenso. Y las cosas funcionan... a medias.
Creo que la trama de la lucha contra el narcotráfico, incluidos medios ilegales, por parte de los Estados Unidos está muy bien planteada, con el acierto de la implicación personal del presidente por la muerte de un amigo que, en realidad, era un ladrón y un corrupto. Esta manera de difuminar las líneas que separan a los supuestos malos de los buenos de turno es todo un acierto y refleja a la perfección la realidad política, más allá de las historias contadas en los medios de comunicación.
Además, la presencia de Joaquim de Almeida, componiendo un villano astuto, maquiavélico y muy peligroso, ayuda mucho a crear el grado de intensidad y emoción que necesita toda historia de estas características.
El primer problema, sin embargo, del guión es que está todo tan calculado, con escenas de acción y momentos más personales, como la relación de Jack Ryan con su superior, el almirante Greer (James Earl Jones), que no podemos sacarnos de la cabeza de que, por muchos intentos de darle un aire de credibilidad al argumento, este huele a precocinado por todos lados.
Sin embargo, si asumimos que estamos ante un film de mero entretenimiento, este defecto puede pasarse por alto sin demasiados problemas. Lo que es imposible de esquivar es todo el tramo final de la cinta donde, imagino que por cuestiones de taquilla, había que darle protagonismo a Harrison Ford aún cuando ello resultase del todo incongruente. Todo el tramo final, con Ryan viajando a Colombia, comprando un helicóptero, metiéndose en la selva, negociando como si nada con el capo colombiano (Miguel Sandoval) y liándose a trompazos con Félix Cortez (Joaquim de Almeida) no solo es increíble, sino que llega a resultar ridículo.
Por si eso no fuera suficiente y con el fin de limpiar el nombre de los Estados Unidos, que por la actitud del presidente y sus subalternos no sale muy bien parado, el guión orquesta una limpieza final donde Ryan se erige en defensor de la verdad y en un dechado de integridad capaz de cantarle las cuarenta al presidente mismo, lo que convierte toda la parte final de Peligro inminente, que debía ser el plato fuerte, en algo absurdo, manipulador y tendencioso.
Por ello, aún admitiendo algunos detalles interesantes, he terminado de ver esta cinta entre asombrado y asustado. Es una pena que un argumento con ciertas posibilidades termine convertido en algo tan simple y tan tosco, más propio de las películas baratas que veía siendo un niño y donde la caballería siempre llegaba al final para poner orden. Aquí se llama Jack Ryan.
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