El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Presunto inocente




Dirección: Alan J. Pakula
Guión: Frank Pierson y Alan J. Pakula (Novela: Scott Turow)
Música: John Williams
Fotografía: Gordon Willis
Reparto: Harrison Ford, Greta Scacchi, Bonnie Bedelia, Brian Dennehy, Raul Julia, Paul Winfield, Joe Grifasi

Presunto inocente (1990) es la adaptación del best-seller homónimo de Scott Turow, guión en el que participa el propio director. No he leído la novela de Turow, pero el film me parece un tanto flojo y, sobre todo, con la típica sorpresa final que no deja de resultar tremendamente tramposa y falsa.

Una atractiva abogada, Carolyn Polhemus (Greta Scacchi), del equipo del fiscal del distrito aparece brutalmente asesinada. Lo que parece obra de un violador pronto empieza a tomar otro matiz y las sospechas caerán en Rusty Sabich (Harrison Ford), compañero de trabajo y antiguo amante de Carolyn.

Presunto inocente es un film sin mucha alma. Es la típica película de intriga que basa absolutamente toda su efectividad en mantener la duda sobre quién mató a la víctima. Y el problema de tal clase de planteamiento es que se suele descuidar todo lo demás y eso (personajes, relaciones entre ellos, diálogos) es a veces incluso más importante que la intriga en sí para construir una historia sólida y que nos atrape.

Pakula nos plantea un problema y se dedica a ir sembrando dudas, a no aclarar la inocencia de Harrison Ford del todo, como si en verdad alguien que no sea un niño de siete años pudiera dudar de su inocencia, y a ir desarrollando la historia dentro de los cánones más clásicos, pero sin nervio y sin brillantez. Se sabe que los films con un juicio por el medio suelen resultar atractivos para el público, y ahí se apoya el director para sostener durante un poco más de tiempo la incertidumbre, en espera de lo que en realidad cuenta: el desenlace final. Y lo malo de este tipo de películas que lo basan todo en el final es que si éste no resulta convincente y con fuerza, todo el castillo se viene abajo. Pero para salvar esta película ni un final portentoso dudo que hubiera bastado y, encima, el que nos ofrece Pakula es casi, casi ridículo. Prefiero no desvelarlo, pero tanto el descubrimiento del verdadero asesino como el discursito final resultan del todo artificiales.

¿El reparto? En líneas generales correcto. Recurrir a un actor de prestigio como cabeza de cartel es básico para la taquilla y Harrison Ford era en los noventa, y algo menos ahora, un seguro de vida. Sin embargo, su actuación se limita a lo de siempre en este actor: un aire más que honesto y la mirada empañada de quién se lleva el chasco de su vida. Nada que nos conquiste especialmente. Bonnie Bedelia, la esposa de Harrison Ford en el film, tampoco termina de enamorarme: su pasividad, su resignación, más que conmover resultan a veces cansinas. Ni Brian Dennehy ni Greta Scacchi están del todo aprovechados y parecen meros personajes de relleno. Por contra, Raúl Juliá sí que me ha gustado, con ese aire distinguido, culto y astuto.

Presunto inocente es un film meramente comercial, sin nervio. Correctamente filmado, con un buen envoltorio y muy poco más. Puede entretenernos un día lluvioso, pero creo que con algo más de ambición por parte del director, o más talento quizá, hubiera podido dar bastante más de sí.

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