El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 7 de julio de 2011

Granujas a todo ritmo



Granujas a todo ritmo (John Landis, 1980) es el título español de The Blues Brothers, un film de culto de la década de los ochenta, legendario por una banda sonora excepcional.

Tras una temporada en la cárcel, Jake Blues (John Belushi) sale en libertad condicional y se reune de nuevo con su hermano Elwood (Dan Aykroyd). Para evitar el cierre del orfanato donde se criaron, ambos hermanos deciden recomponer su banda y recaudar el dinero necesario dando conciertos por la zona.

Granujas a todo ritmo es, sobre todo, un gran musical. Si la película merece la pena es por la excelente banda sonora compuesta por geniales temas de rythm & blues, soul, rock and roll, algo de gospel y un poco de country; todo perfectamente coreografiado, con una puesta en escena espectacular y un vestuario, el de los hermanos protagonistas, con los trajes, sombreros y gafas de sol negros que han creado tendencia. Además de la belleza y agilidad de los números musicales, otro de los indiscutibles alicientes de la película es poder contar con la presencia de mitos de la música como Ray Charles, Cab Calloway, Aretha Franklin, John Lee Hooker y James Brown. Todo un lujo y un placer. Como curiosidad, mencionar la breve aparición al final de la película, como el funcionario al que los protagonistas entregan el dinero para salvar el orfanato, de Steven Spielberg.

El origen de la película hay que buscarlo en el número musical creado a finales de los setenta por John Belushi y Dan Aykroyd para el programa de televisión "Saturday Night Live". De aquí salió una banda estable que editará varios discos, el primero, titulado "Briefcase Full of Blues", en 1978.

Si los números musicales son excepcionales, el guión, sin embargo, se queda a un nivel muy bajo. Puede que el paso del tiempo le haya afectado un poco, pero ya en sí es de una simpleza enorme. Por un lado, la historia es muy blandita, con los dos protagonistas intentando salvar un orfanato, del estilo del cine patrio más casposo. Tampoco los chistes y gracias varias consiguen sacarnos ni media carcajada y el ritmo en general de la parte no musical del film es muy pobre. A veces se diría que fue dirigida por dos personas distintas, si comparamos el nervio de los números musicales con el resto de la película. Pero hay una excepción: las persecuciones en coche; aquí Landis vuelve a mostrar su mejor cara y nos brinda algunos minutos de pura fuerza, en especial en el momento de la persecución bajo las vías del metro, con la cámara plantada dentro del coche.

Es evidente que el argumento está meramente al servicio de la parte musical del film. También es cierto que algunos toques casi surrealistas de la historia resultan acertados y, si nos dejamos llevar, terminamos por dejar un tanto de lado la trama para disfrutar de lo que de verdad importa. Pero aún así, el trabajo en la elaboración de los diálogos y las situaciones cómicas deja bastante que desear. Una pena, pues con esta parte de la película mejor trabajada estaríamos ante film redondo.

En cuanto al reparto, dejando a un lado la presencia de los músicos ya mencionados, es la pareja protagonista, Belushi-Aykroyd, la que lleva el peso de la película. Su vestuario, su manera de moverse en el escenario y su expresión siempre seria e imperturbable son sus señas de identidad y por las que son recordados. No hay que olvidarse de Carrie Fisher, cuyo papel más recordado es de princesa Leia en La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977), pero que borda aquí un papel muy divertido.

Granujas a todo ritmo es, junto con Un hombre lobo americano en Londres (1981), la mejor película de su director. Dos años después de estrenarse la película, en 1982, sobrevino la prematura muerte de John Belushi por sobredosis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario