El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 1 de mayo de 2012

Acorralado (Rambo)



Dirección: Ted Kotcheff.
Guión: Sylvester Stallone, Michael Kozoll, William Sackheim (Novela: David Morrell).
Música: Jerry Goldsmith.
Fotografía: Andrew Laszlo.
Reparto: Sylvester Stallone, Richard Crenna, Brian Dennehy, David Caruso, Jack Starrett, Michael Talbott, Chris Mulkey.

Acorralado (Rambo) (Ted Kotcheff, 1982) es ya un clásico del cine acción que inauguró una serie protagonizada por un pletórico Sylvester Stallone. Cine sin muchas dobleces, directo y cargado de escenas de acción.
John Rambo (Sylvester Stallone), veterano de la guerra de Vietnam, se encuentra solo y desubicado en su propio país, sin amigos, sin trabajo. Un día, cuando llega a una ciudad de paso, el jefe de la policía local (Brian Dennehy) lo arresta por vagabundo. Cuando, en la comisaría, empiezan a golpearlo sin motivo, Rambo rememorará las torturas sufridas en Vietnam y reaccionará violentamente.

Si algo se puede decir de Sylvester Stallone es su acierto, o su suerte, a la hora de crear personajes míticos. A él le debemos a Rocky y a Rambo, protagonistas de dos de las series más reconocibles y taquilleras de finales del siglo XX. Sin embargo, a pesar de que tanto Rocky (John G. Avildsen, 1976) como Acorralado (Rambo) son unas aceptables películas, cada una en su género, han sido frecuentemente ridiculizadas. El motivo es que se trata de películas un tanto simples, que no ofrecen verdaderas complicaciones argumentales. Van directas a lo suyo, que es resultar eficaces, entretenidas y taquilleras.

Pero ambas encierran algo más. Así, Acorralado (Rambo) no se limita a ser un film de acción pura y dura sin más y nos deja abierta la puerta a una reflexión acerca de la guerra, las secuelas de ésta en los supervivientes o cómo reacciona una sociedad ante sus héroes cuando ya no los necesita. El problema es que esta reflexión es presentada como secundaria y desde un único punto de vista, el del militar, con lo que parece bastante sesgada, y más cuando John Rambo aparece desde el principio como una buena persona a la que un sheriff estúpido provoca hasta el límite. Un enfoque demasiado maniqueo. Es la manera un tanto simplista del guión de justificar la ola de violencia que desatará Rambo.

Por todo ésto, el mensaje no resulta del todo convincente. Y por ello es por lo que se tachó el film de conservador o reaccionario. Cierto que la filosofía que parece encerrar es bastante radical, pero lo que se defiende, en última instancia, es al ejército y sus veteranos. De ahí que se ridiculice a los militares aficionados, personificado en los voluntarios de la Guardia Nacional. La película es un homenaje a los militares que dejaron su vida y su salud en defensa de su patria. Mensaje queda resumido en el discurso entre lágrimas de Rambo, al final de la película, en el que se mezcla el dolor de haber perdido a sus camaradas; la nostalgia por la vida activa, con sus códigos del honor, y la inadaptación a la vida civil, sin los valores y la camaradería del ejército.

Pero en el fondo, uno tiene la impresión que eso es sólo una necesaria justificación de los guionistas y poco más, porque de lo que se trata es de hacer una película donde la acción no nos de un respiro. Y hemos de reconocer que, desde este punto de vista, la película resulta impecable. El trabajo de Ted Kotcheff es admirable. Sabe llevar las riendas en todo momento, va dosificando la intensidad de las escenas de acción de un modo perfecto, de libro, hasta el explosivo final (nunca mejor dicho), con Rambo destrozando el pueblo en busca del sheriff Will Teasle (Brian Dennehy).

Además, las escenas de acción están filmadas de manera perfecta, tanto las persecuciones como los disparos o las explosiones y, con lo aparatosas que son, no tenemos en ningún momento la impresión que sean imposibles. Kotcheff logra un equilibrio perfecto entre la eficacia y el realismo. Y en ello tiene mucho que decir el propio Sylvester Stallone. Es verdad que no es un actor del método ni mucho menos. Su rostro es bastante inexpresivo, pero es el adecuado para su papel de veterano traumatizado. Y lo más importante, su físico lo hace totalmente verosímil en su papel. Cuando lo vemos corriendo por el bosque, camuflado, fabricando trampas, nos lo creemos a pie juntillas.

El resto de actores cumplen con cierta eficacia. Richard Crenna, en el papel del Coronel Trautman, el antiguo superior de Rambo, no resulta tan creíble como Stallone, demasiado impecable, demasiado bien vestido y bien peinado y un tanto soso. Pero en cambio, Brian Dennehy resulta mucho más veraz como el sheriff déspota y vengativo. Y también podemos ver a un jovencito David Caruso en la piel de uno de los ayudantes del sheriff Teasle.

Así pues, creo que Acorralado (Rambo) no es un producto tan malo como en principio uno pudiera pensar. Tal vez ha sido víctima de la caricaturización del personaje y de las secuelas que han seguido explotando el filón de taquilla de esta serie. Pero si la analizamos por sus valores intrínsecos, dentro de lo que se le puede pedir a un film de acción, creo que se trata de un film digno, bien realizado y muy entretenido donde se huye, a su manera, de la violencia ciega; pues Rambo no mata porque sí e incluso perdona la vida de sus perseguidores en repetidas ocasiones; cuestión moral para que el personaje sobreviva, sin duda, pero otro punto a favor de Acorralado (Rambo), cuya violencia se queda hoy en día bastante suavizada ante productos más recientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario