El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 21 de octubre de 2012

El código Da Vinci



Dirección: Ron Howard.

Guión: Akiva Goldsman (Novela: Dan Brown).

Música: Hans Zimmer.

Fotografía: Salvatore Totino.

Reparto: Tom Hanks, Audrey Tautou, Ian McKellen, Alfred Molina, Jean Reno, Jürgen Prochnow, Paul Bettany, Etienne Chicot, Jean-Pierre Marielle, Clive Carter, Seth Gabel, Jean-Yves Berteloot.

Cuando el conservador del Louvre Jacques Saunière (Jean-Pierre Marielle) es asesinado, el principal sospechoso es el profesor de simbología Robert Langdon (Tom Hanks). Con la ayuda de Sophie Neveu (Audrey Tautou), la nieta de Saunière, Langdon intentará descubrir el secreto que éste ha dejado. Un secreto que les llevará hasta las entrañas del cristianismo y que pondrá sus vidas en peligro.

Adaptación cinematográfica del best-seller de Dan Brown que buscaba, lógicamente, aprovechar el tirón de la novela para intentar una suculenta receta en taquilla, para lo que no se escatimaron  medios para su promoción. Sin embargo, el resultado no fue del todo el esperado, al menos en cuanto a críticas se refiere.

Lo primero que me gustaría reseñar es que ni he leído la novela ni me interesa para nada entrar en polémicas sobre las teorías que se apuntan en la película y el papel de la Iglesia en la misma. Veo el film como una mera obra de ficción y punto. Además, considero absurdo que nadie en su sano juicio se pueda sentir ofendido por una obra de ficción. El creyente lo seguirá siendo si su fe es sólida. Debemos intentar no ver fantasmas donde no los hay.

Aclarado este punto, me centraré en El código Da Vinci (2006) como un mero entretenimiento, un film de intriga, y veremos hasta qué punto logra sus propósitos.

La verdad es que técnicamente la película cuenta con un nivel más que aceptable. Ron Howard aprovecha muy bien los recursos puestos a su alcance y nos ofrece una película muy bien filmada, especialmente en las escenas que recrean el pasado, tanto histórico como el de la protagonista, Sophie. Son esos flashbacks lo más novedoso e impactante a nivel visual.

Otro punto fuerte es el reparto de la película. Al menos sobre el papel, con una mezcla de actores de habla inglesa y otros franceses, imagino que "impuestos" por el hecho de rodarse parte de la historia en Francia. Sin embargo, creo que la labor de los actores no ha estado a la altura de mis espectativas. Me gusta mucho Tom Haks, pero en este film lo he visto sin mucha fuerza, incluso su aspecto físico me resultaba poco apropiado para su papel. Tampoco Audrey Tautou me convenció en absoluto. Así que si fallan las dos estrellas, el entramado se resiente bastante. Los secundarios se mantienen en la misma línea gris: ni Jean Reno, un tanto fuera de lugar, ni Alfred Molina me convencieron. Ian McKellen me gustó un poco más, así como la perturbadora presencia de Paul Bettany, muy bien caracterizado de asesino taladrado y masoquista.

El problema principal, sin embargo, de El código Da Vinci viene de un guión complejo y rocambolesco. Como no he leído la novela, no puedo, afortunadamente, establecer comparaciones. Pero creo que la labor de síntesis del argumento está bastante lograda. Incluso la escena en que se explica con detalle todo el entramado histórico en que se apoya la intriga creo que está bastante bien resuelta y no se hace pesada. En este sentido, la labor del guionista y del director son muy acertadas. Pero lo que no puede solventar Akiva Goldsman es la complejidad y lo absurdo de una historia tan increíble.

Ya desde el principio nos encontramos con un punto de partida a todas luces absurdo: el conservador Jacques Saunière, agonizante, tiene tiempo de escribir complejas claves, esconder una llave, desnudarse y dibujarse un símbolo en su propio pecho. Con semejante arranque, todo lo que viene después es imposible que nos lo tenemos en serio. Y la cosa no queda ahí, porque la historia de Dan Brown es la típica intriga llena de trampas, cambios inesperados, malos que no lo son y buenos que cambian de pronto de bando. En definitiva, un ejercicio de malabarismos absurdo, complejo y, sobre todo, tan fantasioso que lo vemos con tal distanciamiento que nos resulta ya insustancial el desenlace, que vuelve a rozar lo cómico de tan rebuscado que es.

Y si falla el argumento en un film de intriga, pues ya tenemos el fracaso cantado. La película va perdiendo fuerza a medida que avanza y vamos viendo como la intriga se vuelve folletinesca. Parece además que no hubo tiempo para deternerse en profundizar mínimamente en los personajes, lo que acaba siendo otro lastre más. A ello hay que añadir la larga duración de la película que, aunque está bastante bien lograda en cuestión de ritmo y presentación, se acaba haciendo larga por lo absurdo de la trama y las trampas del guión.

Una película, por lo tanto, para olvidar. No siempre se puede llegar a buen puerto en adaptaciones así. Además, me temo que lo que se pretendía era solamente hacer caja. El código Da Vinci es de esos proyectos meramente mercantilistas.

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