El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 27 de octubre de 2012

El pequeño príncipe



Dirección: Stanley Donen.
Guión: Alan Jay Lerner (Cuento: El principito de Antoine de Saint-Exupéry).
Música: Frederick Loewe & Alan Jay Lerner.
Fotografía: Christopher Challis.
Reparto: Richard Kiley, Bob Fosse, Steven Warner, Gene Wilder, Joss Ackland, Clive Revill, Victor Spinetti, Graham Crowden, Donna McKechnie.

Un aviador (Richard Kiley) tiene que hacer un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara por una avería en el motor de su avioneta. Allí se encuentra con un pequeño príncipe (Steven Warner), procedente del planeta B-612, que le pide que le dibuje una oveja. Comienza así una curiosa amistad entre ambos gracias a la cuál el aviador conocerá el curioso viaje del principito en busca de conocimientos.

Curiosa adaptación del conocido cuento de Saint-Exupéry que Stanley Donen decide llevar a su terreno transformando el relato infantíl en un musical, lo cuál se explica por sí solo si resordamos que Donen es uno de los pilares del musical clásico de la MGM, con títulos tan famosos como Un día en Nueva York (1949), Cantando bajo la lluvia (1952), codirigidas ambas junto a Gene Kelly, o Siete novias para siete hermanos (1954).

Personalmente, dada mi escasa aficción por este género, hubiera preferido una versión no musical. De hecho, creo que ni las canciones ni los números musicales de El pequeño príncipe (1974) son especialmente memorables. Quizá podríamos excluir de esa calificación dos temas: el de la serpiente y el del zorro; mas tal vez por estar brillantemente interpretados respectivamente por Bob Fosse (Cabaret, 1972), con una vistosa coreografía propia, si bien un tanto largo para mi gusto, y por Gene Wilder, un actor al que guardo cierto cariño desde la infancia.

Uno de los aspectos más destacables de El pequeño príncipe sin duda es la original puesta en escena, donde se representan de un modo bastante acertado los planetas que va visitando el principito en su viaje. Con una fotografía muy vistosa y una sencillez encomiable, Donen logra plasmar con acierto en imágenes el peculiar universo descrito en la novela. Quizá se le puedan reprochar a los guionistas ciertas licencias que no siguen del todo la letra del cuento. Es evidente que se trata de una versión del libro, pero creo que a veces se varían algunos detalles sin una clara justificación. Para aquellos que no leyeron antes la novela este aspecto pasará inadvertido, lógicamente, pero el hecho es que se puede entender una simplificación para adaptar un texto escrito al lenguaje cinematográfico, pero no se entiende que en el proceso se alteren aspectos del relato sin necesidad aparente.

Del reparto, agradecer la presencia de Gene Wilder o Bob Fosse, como reseñaba antes. Y destacar también el correcto trabajo del pequeño Steve Warner que, aunque con las limitaciones propias de su corta edad, encarna un más que aceptable principito. También me gustó Richard Kiley, un actor al que desconocía pero que está bastante correcto.

Lo que parece que le cuesta un poco a Stanley Donen es mantener el ritmo de la película. Por un lado, por la presencia de los números musicales, que alargan en exceso el metraje de la misma, y por otro lado por las características del propio cuento. Pero también hay algunas escenas en el desierto que se alargan innecesariamente, como la de la búsqueda del agua. El resultado es que algunos momentos de la película se hacen algo pesados y hay que hacer un pequeño esfuerzo para llegar al final, donde se concentra toda la emoción del desenlace en los momentos más intensos de toda la película.

Quizá lo mejor que se puede decir de El pequeño príncipe es consigue respetar y transmitir con bastante acierto el espíritu del cuento de Saint-Exupéry, lo que sin duda se agradece.

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