El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Silverado



Dirección: Lawrence Kasdan.
Guión: Lawrence Kasdan, Mark Kasdan.
Música: Bruce Broughton.
Fotografía: John Bailey.
Reparto: Kevin Kline, Scott Glenn, Kevin Costner, Rosanna Arquette, Brian Dennehy, Brion James, John Cleese, Linda Hunt, Danny Glover, Jeff Goldblum, Jeff Fahey, Marvin J. McIntyre, Todd Allen, Jon Kasdan.

En 1880, cuatro hombres cabalgan hacia la ciudad de Silverado por diversos motivos. Son los hermanos Emmett (Scott Glenn) y Jake (Kevin Costner), un antiguo pistolero llamado Paden (Kevin Kline) y un vaquero de raza negra (Danny Glover). Al llegar, se encuentran que la ciudad está controlada por el ambicioso ganadero McKendrick (Ray Baker), que se sirve de un corrupto sheriff para imponer su voluntad.

Silverado (1985) es uno de esos intentos de resucitar el western que van apareciendo a partir de los años setenta, cuando ya el género parecía cosa del pasado. La verdad es que el film tiene sus méritos, si bien se queda un tanto pequeño si lo comparamos a las obras de arte que nos dejará Clint Eastwood para demostrar a todo el mundo que el western aún puede ofrecernos grandes películas.

La verdad es que Lawrence Kasdan parece que no intenta inventar nada nuevo. De hecho, Silverado es un western bastante clásico en la mayoría de sus elementos. Algunos ven en él un homenaje a los grandes títulos del género y sus directores.

El caso es que Silverado recurre a la vieja historia del conflicto entre ganaderos y granjeros y a la venganza personal como fuerza motora de la acción. Y aquí está tal vez el punto por donde más se le puede criticar a la propuesta de Kasdan. Y es que si bien es un argumento que funcionó, y muy bien, en films clásicos del género, uno se pregunta si en los años ochenta no se puede pedir un poco más. Está bien respetar las reglas del western y es loable intentar homenajear a los maestros; pero también es exigible algo más de originalidad, cierto riesgo o innovación. Y la verdad es que el argumento de Silverado es demasiado simple, demasiado previsible y nada original. Para colmo, Lawrence Kasdan alarga en exceso la historia, la rodea de pequeños episodios que, bien llevados, se supone que aportarían algo a la trama principal, pero en este caso sólo sirven para alargar el metraje sin añadir casi nada interesante a la historia principal. Me refiero, por ejemplo, al robo que sufre la caravana de granjeros y como los protagonistas van a recuperar el dinero. De aquí sale la historia de Emmett con Hannah (Rosanna Arquette), que también termina desembocando en la nada.

Los buenos lo son sin mácula alguna, los malos lo son a rabiar; se echa en falta algo más de alma a la hora de dibujar a los protagonistas, pues uno se queda con la impresión de que el guión se ha limitado a dibujarlos a base de ciertos rasgos muy básicos y ya muy vistos, con lo que no llegan a parecernos todo lo auténticos que me hubiera gustado.

Aún así, la película posee buenos elementos que hacen que verla resulte gratificante. El ritmo, por ejemplo, está muy logrado, de manera que no hay casi ningún tiempo muerto. Kasdan evita con buena mano las escenas de relleno y no tenemos un minuto de respiro. Al tiempo, logra una puesta en escena casi perfecta. Tanto la ambientación como los decorados o el vestuario me parecen de lo mejor de la película y el director sabe poner en valor los elementos visuales del film sin caer en la pedantería.

Por otro lado, Silverado logra reunir un reparto espectacular: Kevin Kline, Scott Glenn, Kevin Costner, Rosanna Arquette, Brian Dennehy, John Cleese, Linda Hunt, Danny Glover, Jeff Goldblum. No todos brillan de igual manera, está claro, pero creo que es un elenco que da un brillo especial a la película. Si tuviera que quedarme con alguno en particular sería con Brian Dennehy (perfecto en su composición de un cínico y corrupto sheriff) y John Cleese, del que lamenté que su papel no fuera mayor. Kevin Kline cumple de sobras, lo mismo que Danny Glover. Quizá me gustó menos Scott Glenn, algo inexpresivo por momentos, y también creo que Kevin Costner sobreactúa un poco, aunque se puede achacar a que su personaje estaba demasiado recargado en su definición.

También abusa un poco el director, aunque no demasiado, en algunas de las escenas de acción de ciertas concesiones al espectáculo. En general, esas escenas están filmadas y resueltas con acierto, pero a veces Kasdan no puede evitar caer en algunas exageraciones para adornarse un poco y el resultado es poco creíble. Y tampoco el desenlace final, donde vemos alguno de estos adornos excesivos, terminó de convencerme. El duelo en Silverado entre buenos y malos, con el reparto de uno o dos villanos por protagonista no me gustó mucho. De nuevo volvemos al problema de un guión demasiado convencional y rutinario donde no hay sorpresas y se termina acudiendo a fórmulas ya demasiado vistas.

Para aquellos que nos criamos viendo películas de vaqueros en la sesión de las cuatro es siempre un placer volver a ver un film del oeste y aplaudo estos intentos por resucitar el género. No se trata de un film excepcional, pero contiene algunos momentos muy buenos y, en su conjunto, es una película entretenida y bien realizada. Podría haber sido algo mejor si el guión no se hubiera limitado a viejos clichés del género, pero así todo vale la pena para pasar un rato agradable, si te gusta el cine de vaqueros claro está.

Recibió dos nominaciones: mejor sonido y mejor banda sonora.

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