El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 1 de diciembre de 2012

El amor y otras cosas imposibles



Dirección: Don Roos.
Guión: Don Roos (Novela: Ayelet Waldman).
Música: John Swihart.
Fotografía: Steve Yedlin.
Reparto: Natalie Portman, Scott Cohen, Lisa Kudrow, Lauren Ambrose, Charlie Tahan, Anthony Rapp, Daisy Tahan.

Emilia (Natalie Portman), una licenciada en Derecho por la Universidad de Harvard, comienza a trabajar para un importante bufete de abogados. Inmediatamente se siente atraída por su jefe Jack (Scott Cohen), que acabará enamorándose también de ella. Tras divorciarse de su esposa, Jack y Emilia contraen matrimonio. Todo parece ir bien hasta que pierden a su hija recién nacida.

El amor y otras cosas imposibles (2009) es un drama que, de entrada, nos desconcierta. La película arranca con una Emilia triste, apática, a la defensiva, amargada y el principal problema es que desconocemos el por qué de ese estado. La primera idea que se nos pasa por la mente es que no soporta a William (Charlie Tahan), el hijo de su marido, un repelente niño de ocho años. El caso es que el guión tarda bastante en aclararnos que la depresión de Emilia tiene su origen en la muerte de su hija a los tres días de nacer. Pero de nuevo Don Ross decide jugar la carta de la sorpresa y no nos da más pistas. Seguimos en medio de las tinieblas, que no terminarán de disiparse hasta el último tramo del film. Ahora sí que Roos nos desvela la cruda realidad: Emilia se culpa de la muerte de su hija, algo que ha ocultado a toda su familia. Está claro que Don Roos ha optado por el drama puro y duro y ha preferido jugar con los espectadores, dando una vuelta de tuerca al guión a cada ocasión que podía para convertir esta historia en un drama de los buenos, de los de antes. Y la verdad es que la jugada no le ha salido demasiado bien.

Para empezar, el riesgo de ocultarnos todos los datos e ir desgranándolos lentamente tiene el inconveniente que nos pasamos más de la mitad de la película sin entender bien de qué va. Podemos pensar que se trata de los problemas de una madrastra con un hijo un tanto problemático; o podemos inclinarnos luego hacia un problema de pareja lastrado por una ex especialmente odiosa (Lisa Kudrow). Finalmente, caemos en la cuenta que se trata de un drama mucho más duro y peligroso: el dolor de una madre por la pérdida de su hijo. Y la cosa tampoco acaba ahí. Pero el caso es que con tanto ir y venir de la historia estamos realmente perdidos durante gran parte de la película. Y ello hace que no sintamos simpatía por ninguno de los protagonistas, pues no sabemos donde encajarlos. Y mucho menos nos sentimos cercanos a Emilia, pues hasta puede llegar a parecernos realmente antipática y muchas de sus salidas de tono nos dejan en fuera de juego. Son los problemas de no tener una historia sólida, bien estructurada y bien contada.

Cuando ya la película se vuelve decididamente lacrimógena, entonces sí que empatizamos algo más con Emilia. Pero así todo, jamás llegamos a sentir que formamos parte de la historia. Es tal la frialdad con que está contada en sus tres primeras partes que no podemos implicarnos en algo que apenas llegamos a entender. Y cuando las tornas se vuelven decididamente negras, caemos en la cuenta que El amor y otras cosas imposibles no es más que un folletín bastante vulgar al que Don Roos ha intentado camuflar a base de muchas escenas de relleno y un metraje a todas luces excesivo que termina por cansarnos.

Y es que otro de los problemas de este film es que se suceden muchos momentos insulsos, situaciones que no aportan gran cosa y otras escenas interesantes pero donde ni los diálogos ni la emoción destacan por su brillantez. Si a ello añadimos que no se ahonda en los personajes principales (Jack es un perfecto desconocido durante casi todo el film, su ex Carolyn es presentada como una completa histérica y a Emily solo la descubrimos del todo en el tramo final) tenemos un film bastante plano y frío en sus tres cuartas partes. Y es que en el desenlace, Roos carga las tintas sin piedad. Pero es demasiado tarde y tampoco resulta muy convincente, la verdad.

Sin duda, lo mejor de esta película es el reparto. La verdad es que Natalie Portman hace un gran trabajo y logra verdaderamente resultar conmovedora cuando el guión lo requiere. Además, se transforma admirablemente de una mujer seductora a otra destrozada con una naturalidad sorprendente. El resto de actores cumplen bastante bien su papel, incluido el pequeño Charlie Tahan, que de verdad resulta un tanto repelente.

Por lo tanto, película completamente prescindible, a menos que les gusten los dramones para llorar a moco tendido, sean buenos o no.

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