El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Rain Man



Dirección: Barry Levinson.
Guión: Ronald Bass, Barry Morrow.
Música: Hans Zimmer.
Fotografía: John Seale.
Reparto: Dustin Hoffman, Tom Cruise, Valeria Golino, Bonnie Hunt, Gerald R. Molen, Jack Murdock, Michel D. Roberts, Ralph Seymour, Lucinda Jenney, Kim Robillard, Beth Grant.

Charlie Babbitt (Tom Cruise), un joven empresario que está pasando por serios apuros financieros, se entera de pronto que su padre, con quién no mantenía relaciones desde hacía muchos años, ha muerto y ha dejado una herencia de tres millones de dólares que deberá administrar una institución médica. Intrigado, va allí para conocer más detalles sobra la misma y descubre que es el hogar de su hermano mayor Raymond (Dustin Hoffman), un autista del que desconocía su existencia.

El guión de esta película estuvo dando tumbos sin que nadie se atreviera a llevarlo a la gran pantalla. Finalmente, Barry Levinson tomó la decisión de filmar esta tierna historia en contra del parecer de mucha gente, incluidos Hoffman y Cruise, que no tenían demasiada fe en el proyecto. La verdad es que el guión resulta poco menos que simplista y no parece que pueda convertirse en una gran película. Pero este tipo de historias parece que gozan de cierta aceptación en Hollywood y el resultado fue que Rain Man (1988) se hizo nada menos que con cuatro Oscars, y no precisamente de los menores. Logró llevarse el premio a la mejor película, mejor director, mejor actor para Dustin Hoffman y mejor guión original, amén de otras cuatro nominaciones más.

Sinceramente, tal recompensa me parece a todas luces excesiva. Para empezar, Rain Man es un film demasiado simple, tanto por su guión como por su desarrollo. Básicamente se trata del viaje que hacen juntos un joven egoista y sin muchos escrúpulos y su hermano autista,  al que se lleva de la residencia donde vive para intentar hacerse con parte de una suculenta herencia. Durante dicho viaje a través de Estados Unidos, el primero irá conociendo mejor a su hermano y, al tiempo que se encariña con él, aprenderá a ser mejor persona. Un bonito cuento, como se ve, pero carente de demasiado interés y agravado por un desarrollo bastante plano, previsible, algo repetitivo y con muy poca originalidad a la hora de desarrollar los personajes, las situaciones y los diálogos. Si despojáramos a esta película de su hermoso ropaje y de su pareja de estrellas estaríamos hablando de un drama cercano a los folletines y más típico de la Serie B que de los Oscars.

Pero también es verdad que si argumentalmente se trata de una historia menor, Rain Man es una película de una hechura impecable, un trabajo muy bien planificado para que resulte atractivo, vistoso y con esos toques de emoción que tan bien funcionan.

Por una parte, la película cuenta con una fotografía espléndida que nos brinda algunas escenas de postal, como la carretera bordeada de árboles junto a la residencia o los preciosos paisajes que vamos viendo mientras los hermanos cruzan el país en su descapotable. Si a ello sumamos una hermosa banda sonora ya tenemos la envoltura perfecta. Sólo queda un detalle para redondear la faena: los actores principales. Y de nuevo Levinson consigue el pleno. Por un lado, tenemos al gran Dustin Hoffman en uno de esos papeles que te convierten en candidato seguro para el Oscar. Y Hoffman es muy bueno y en esta película está sencillamente espléndido. Logra componer un personaje absolutamente convincente y no cae nunca en la sobreactuación. Su premio me parece absolutamente merecido. Pero la gran sorpresa me llegó con el trabajo de Tom Cruise, un actor que me cae antipático y al que nunca conseguí creerme. Pero en esta ocasión, y no sé el motivo, me parece que hace un gran trabajo, comedido, sereno y muy creíble.

La historia de los Oscars está llena de curiosidades, películas increíbles que se quedaron sin recompensa y otras que, como ésta, se llevan cuatro estatuillas no se sabe bien por qué. No digo que Rain Man sea una mala película, ni mucho menos, pero evidentemente presenta algunas carencias evidentes y solamente por el gran trabajo de los protagonistas o su elegante envoltorio no quedan justificados los premios recibidos. Se deja ver con agrado, aborda un tema delicado con elegancia, pero no deja de ser un producto un tanto banal, muy previsible y sin verdadera inspiración.

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