El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 16 de diciembre de 2012

Zabriskie Point



Dirección: Michelangelo Antonioni.
Guión: Michelangelo Antonioni, Tonino Guerra, Clare Peploe, Fred Gardner, Sam Shepard.
Música: Pink Floyd.
Fotografía: Alfio Contini.
Reparto: Mark Frechette, Daria Halprin, Rod Taylor, Paul Fix, GD Spradlin, Kathleen Cleaver.

En medio de los enfrentamientos en un campus universitario entre estudiantes y policías, el joven Mark (Mark Frechette) acude a un edificio universitario donde la policía ha cercado a un grupo de huelguistas. Un policía resulta abatido por un disparo y todo parece apuntar a Mark como el autor del mismo por lo que éste roba una avioneta y huye al desierto de Mojave. Allí se encuentra de un modo fortuito con Daria (Daria Halprin), una muchacha que trabaja para un director de un importante proyecto inmobiliario y que está cruzando el desierto en automóvil para asistir a una reunión de negocios.

Zabriskie Point (1970) es la segunda de las tres películas en inglés del director, tras la exitosa Blow-Up (1966). Sin embargo, en esta ocasión la película no tuvo éxito. Zabriskie Point fue zarandeada por la crítica y supuso un rotundo fracaso en taquilla.

La verdad es que es un film cuando menos extraño y decididamente no es un producto para el público en general. Se trata de un film adscrito a una corriente y a una época muy concretas y no es sencillo de analizar porque se escapa a las normas más clásicas de hacer cine a que estamos acostumbrados.

Para comenzar, choca encontrarnos con una película que necesitó de cuatro guionistas cuando el argumento se puede resumir en un par de líneas. En realidad, más que un film que nos cuente algo concreto, yo terminé enfocándolo como un ejercicio de estilo por parte del director. Y la verdad es que si lo vemos desde esta perspectiva la película cobra otra dimensión. No todo en ella me ha gustado, pues es demasiado deudora, estéticamente, de su momento y el juego de la cámara con primeros planos, desenfoques y encuadres atípicos no termina de encantarme. Soy más partidario de una dirección más discreta y menos efectista. Pero he de reconocer que la parte en que se encuentran los dos protagonistas en el desierto te va cautivando a su manera, gracias a la hermosura de los paisajes, la jovialidad de Daria Halprin y un espacio narrativo menos alocado. No se si era la intención de Antonioni, pero esa parte del film me transmitió un soplo de libertad, de felicidad, de reencuentro del hombre consigo mismo en medio de la soledad del desierto.

El resto de mensajes que pudiera tener Zabriskie Point no han llegado tan claramente. Está claro que la película aborda el tema de la juventud rebolucionaria, pero no deja de ser una mirada bastante breve y superficial. También se toca el tema de la especulación inmobiliaria pero, de la misma manera que antes, se queda en un mero enunciado que tampoco adquiere mucho protagonismo. Hay alusiones de pasada al amor libre, escenificado un tanto toscamente en una de las secuencias más provocativas del film, al desencanto de los jóvenes, a la esperanza de crear un mundo mejor... Sin embargo, todo ello parece quedar un tanto relegado por las formas, de modo que volvemos al punto de partida: el film parece más un ejercicio de estilo que otra cosa, una especie de juego de imágenes y música donde el argumento pasa a tener un valor algo secundario. Las secuencias de la explosión final, repetidas hasta el aburrimiento, parecen ahondar en esta interpretación.

En cuanto a Mark Frechette y Daria Halprin, se trata de dos debutantes en el cine. Antonioni no deseaba a actores profesionales para estos papeles y, aunque el trabajo de ambos resulte correcto, es evidente que se notan sus limitaciones.

Zabriskie Point, que toma el nombre del mirador donde se detienen los protagonistas en el desierto de Mojave, se ha quedado en la historia del cine como un producto muy específico de su época, un intento de hacer un film original pero que no resulta del todo logrado. Y es que la búsqueda de nuevos caminos, siendo loable en sí misma, no justifica ni avala cualquier cosa que nazca de la misma. Aún así, la película tampoco es merecedora de unas críticas tan devastadoras como las que sufrió en su estreno.

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