El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 9 de diciembre de 2016

Una cuestión de tiempo



Dirección: Richard Curtis.
Guión: Richard Curtis.
Música: Nick Laird-Clowes.
Fotografía: John Guleserian.
Reparto: Domhnail Gleeson, Rachel McAdams, Bill Nighy, Tom Hollander, Margot Robbie, Rowena Diamond, Vanessa Kirby, Lindsay Duncan, Matt Butcher.

Con 21 años, Tim Lake (Domhnail Gleeson) descubre que, como todos los miembros varones de su familia, puede viajar en el tiempo; y la primera utilidad que le encuentra a ese poder extraordinario es intentar encontrar novia.

El principal problema que le veía, de antemano, a Una cuestión de tiempo (2013) era el asunto del don de viajar al pasado. Ese tema de los viajes en el tiempo nunca me ha resultado especialmente atractivo, sino más bien un truco barato que ha dado lugar a películas donde ese recurso permite cualquier barbaridad argumental, con alguna honrosa excepción. Sin embargo, en este caso concreto, al menos en la primera parte de la historia, hasta más o menos la boda de los protagonistas, el truco de los viajes está bastante bien llevado como un elemento más de la comedia que aporta, más que algo sobrenatural, una especie de guiño simpático sobre qué pasaría si pudiéramos tener una segunda oportunidad para enderezar un momento o solucionar airosamente una metedura de pata. Tomándolo a broma es la única manera de aceptar las incongruencias que genera ese don viajero.

Y mientras la historia se mantiene en ese tono simpático, la verdad es que funciona bastante bien como comedia romántica, ayudada sin duda por el encanto que desprenden tanto Gleeson como Rachel McAdams, dos actores muy naturales, cercanos y que caen simpáticos desde el primer momento.

Es durante esa primera parte donde el guión encuentra sus mejores momentos, sin ser especialmente gracioso, pero manteniendo un tono ligero, ameno y agradable, de manera que pasan los minutos sin que apenas nos demos cuenta. El problema viene con la segunda parte de la película, cuando Richard Curtis decide ponerse dramático y trascendente. De haber optado por poner el punto y final en la boda de Tim y Mary, a Curtis le habría quedado un film redondo y entretenido, con un punto de originalidad y personajes entrañables. Pero al estirar la trama, creo que erróneamente, y empezar a ponerse demasiado serias las cosas, con absurdas precisiones a las limitaciones de los viajes en el tiempo, que dejan de ser un recurso cómico aceptable para convertirse en un problema sin credibilidad alguna, la magia y el encanto de la primera parte se derrumban y caemos de lleno en una historia melodramática de accidentes, cáncer y muerte que me pareció un tanto excesiva, amén de convertir a la película en interminable, con una sucesión de momentos que parecen anunciar el final y que no hacen más que añadir otro momento dramático sin que parezca que vayan a tener fin. Una pena, sin duda, pues no nos deja un buen sabor de boca, a parte de romper un poco la unidad de la película, que se mueve bruscamente de un tono a otro sin que se encuentre una armonía a tal cambio.

Aún así, Una cuestión de tiempo es un film bien realizado, con unos protagonistas muy acertados y carismáticos, una hermosa fotografía y algunos momentos, sobre todo en la primera parte, bastante logrados. Se deja ver con agrado en general.

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