El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Sopa de ganso


 

Dirección: Leo McCarey.

Guión: Bert Kalmar y Harry Ruby.

Música: Arthur Johnston.

Fotografía: Henry Sharp (B&W).

Reparto: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Zeppo Marx, Margaret Dumont, Raquel Torres, Louis Calhern, Edmund Breese, Leonid Kinski, Charles B. Middleton, Edgar Kennedy.

Cuando la República de Libertonia pide dinero a la rica viuda Gloria Teasdale (Margaret Dumont), ella pone como condición que nombren presidente a Rufus T. Firefly (Groucho). Mientras tanto, el embajador Trentino (Louis Calhern), de la vecina Sylvania, conspira contra Libertonia.

Sopa de ganso (1933) cierra la etapa de los Marx en la Paramount donde, por cierto, todas sus películas tienen a algún animal en el título en inglés, y lo hace por todo lo alto, pues está considerada hoy en día como una de sus obras maestras, junto a Una noche en la ópera (1935).

Con un esquema argumental sencillo, los Marx dan rienda suelta a toda su imaginación desbordante a la hora de inventarse situaciones y diálogos hilarantes. El blanco de sus dardos es, esta vez, la política, la guerra y, en general, cualquier cosa que se les ponga por delante. No hay aspecto de la vida que no se tomen a broma o que no exploren en su vertiente más surrealista.

Por ejemplo, una de las primeras medidas de Firefly como presidente será poner en vigor una serie de prohibiciones, cada cuál más estúpida, en el país de la libertad. ¿Les suena a algo conocido?

Sopa de ganso tiene la genialidad de reunir algunos de los momentos más memorables de los hermanos Marx de toda su carrera, lo que es mucho decir, con un ritmo trepidante que no da tregua en ningún momento. 

Groucho nos regala algunas de sus sentencias más célebres mientras intenta seducir a la viuda y millonaria señora Teasdale ("¿Quiere casarse conmigo?, ¿le dejó mucho dinero? Conteste a la segunda pregunta") o se mofa sin escrúpulos del malvado Trentino, que termina casi por darnos pena. Mientras Harpo y Chico llevan sus locuras a un terreno más físico y esta vez nos libran de tener que escuchar sus tradicionales números con el arpa y el piano, lo que personalmente agradezco. Las escenas en vuelven loco al vendedor de limonada son épicas, con el colofón de Harpo metido en su bañera.

Pero para mí la secuencia del espejo entre Harpo, Groucho y Chico se lleva la palma, es sencillamente una obra maestra en sí misma.

Hay un par de números musicales, es cierto, pero realmente divertidos y que encajan correctamente en el ritmo alocado del film, que va subiendo de intensidad hasta la alocada secuencia de la guerra, absurda, irreverente y genial.

Sin duda, estamos ante una de las cumbres de los hermanos Marx y, por extensión, en una de las mejores comedias locas de la historia. Imprescindible.

"-Si los encuentran están perdidos. 

 -¿Cómo vamos a estar perdidos si nos encuentran?"

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