Dirección: Edgar Neville.
Guión: Edgar Neville.
Música: José Muñoz Molleda.
Fotografía: Henri Barreyre (B&W).
Reparto: Conchita Montes, Rafael Durán, Guillermo Marín, Julia Lajos, María Brú, Alicia Romay, Eloísa Muro, Juanita Mansó, Julia Pachelo, Joaquina Maroto, María Saco, Joaquín Roa, Manuel París.
Mercedes (Conchita Montes), una joven viuda, abandona el que fuera su hogar con su marido en el norte y regresa a Madrid. En el viaje, conoce a una vidente (Julia Lajos) que le cuenta cómo habría podido ser su vida si en lugar de casarse con Ramón (Guillermo Marín) lo hubiera hecho con Miguel Ángel (Rafael Durán), su verdadero gran amor.
En unos años oscuros del cine español, La vida en un hilo (1945) se presenta como un film moderno y novedoso.
La historia plantea cómo puede cambiar la vida de una persona, Mercedes en este caso, simplemente por motivos del azar: tomar un camino u otro, salir de casa en un momento determinado o aceptar la ayuda de un caballero o de otro. Este planteamiento, lo qué habría poder pasado, que veremos al año siguiente en ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946), por ejemplo, da pie a una amable comedia donde Neville sabe jugar con los saltos en el tiempo creando un simpático cuento donde alterna con habilidad el pasado real de Mercedes con el que habría podido vivir al lado de Miguel Ángel.
Este juego, que seguramente todo el mundo se imaginó en algún momento de su vida, le sirve también al director para realizar un agudo repaso de las costumbres y la moralidad de la época, al tiempo que critica sin disimulos a esa burguesía celosa de su estatus, pero ignorante y mezquina, apegada a tradiciones que les dan una fachada de respetabilidad tras la que se oculta cierta crueldad derivada de un mal entendimiento de la decencia y carente del espíritu caritativo de una religión que esgrimen con orgullo pero sin entenderla. Especialmente, Neville se ceba en las personas de bien de provincias, encerradas en un mundo pequeño y falso, de críticas y juicios contra todo lo que resulte diferente, y donde la mentira y los rumores infundados corren como verdades incuestionables sin reparar en daños.
Pero, al tratarse de una comedia, esta visión crítica, con ser bastante certera, se presenta sin demasiada crudeza, aunque la andanada esté servida.
Sin restar méritos a la cinta, es verdad que le falta algo más de dinamismo en algunas secuencias, tal vez alargando demasiado el juego de contrastes entre el pasado real y el posible, con lo que hacia la mitad de la película el ritmo desciende por momentos.
El trío protagonista me pareció bastante acertado, destacado Rafael Durán gracias a su personaje, sin duda el mejor de los tres, con un guión muy atinado que le aporta a Miguel Ángel un punto de surrealismo realmente refrescante. Conchita Montes, a la que se relacionó sentimentalmente con Edgar Neville, tampoco desentona en absoluto, brillando más cuando está en pantalla con Durán, pues es la parte más interesante de la historia.
En cuanto al final, es verdad que resulta un tanto forzado y bastante improbable. Pienso que no era necesario juntar de ese modo a los protagonistas, aunque en defensa del espíritu romántico es un final que supongo que muchos espectadores firmarían para sí mismos si pudieran y que refuerza la idea de cuento amable de la película.
La vida en un hilo, a pesar del tiempo transcurrido, me ha parecido una comedia que sigue resultando válida en la actualidad y que al lado de algunas actuales, nacionales o extranjeras, defiende sus valores con orgullo.
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