El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Alice



Dirección: Woody Allen.

Guión: Woody Allen.

Música: Varios.

Fotografía: Carlo Di Palma.

Reparto: Mia Farrow, Joe Mantegna, William Hurt, Blythe Danner, Keye Luke, Judy Davis, Alec Baldwin, Bernadette Peters, Cybill Shepherd, Gwen Verdon, Elle Macpherson. 

Alice Tate (Mia Farrow), casada con Doug (William Hurt), un rico hombre de negocios, lleva una vida de lujo, pero no se siente realizada. Además, sufre dolores de espalda, por lo que acude a la consulta del doctor Yang (Keye Luke), que practica la acupuntura y los tratamientos con extrañas hierbas.

En Alice (1990) nos encontramos una vez más con Woody Allen en estado puro, fiel a su estilo y su temática habitual, aunque esta vez limitándose a la dirección y el guión, pero sin aparecer entre el elenco de actores.

La historia se centra en una mujer que materialmente tiene todo lo que puede desear, con una vida fácil y sin aparentemente ninguna preocupación importante: piso de lujo, sirvientes, un marido rico... Todo va bien en su vida hasta que empieza a sufrir dolores de espalda y, siguiendo la recomendación de algunos conocidos, decide acudir al extraño doctor Yang. Sus tratamientos, a base de curiosas hierbas, llevarán a Alice a descubrir sus frustraciones y comprobar cómo ha traicionado, inconscientemente, sus sueños de infancia, en los que aspiraba a llevar una vida muy diferente a la que se ha convertido la suya, donde se ha alejado de su hermana y lleva una existencia materialista y vacía.

La historia de Alice nos lleva a una profunda reflexión sobre el sentido de la vida, sobre las claves de la felicidad, sobre el vacío en que puede convertirse una existencia sin verdaderas metas, sin ser uno mismo, dejándose llevar por la rutina, el materialismo y unas amistades interesadas y falsas. 

La originalidad viene dada por el recurso, ya habitual en Allen, de recurrir a la magia, a toques irreales y fantásticos donde el director da rienda suelta a sus sueños más extravagantes, como la posibilidad del hombre de ser invisible o el poder reencontrarse con el espíritu de los difuntos. Libertad creativa total al servicio de sus reflexiones sobre el ser humano, el matrimonio, la familia, la realización personal, la religión, la amistad, el sentido de la vida... elementos siempre recurrentes en la obra de Woody Allen y que otorgan su identidad a su filmografía.

Es verdad que en esta ocasión se echa en falta más chispa en los diálogos y algo más de ingenio en la parte cómica. Alice es una película que transcurre de manera fluida, pero donde escasean los grandes momentos, las ocurrencias sorprendentes habituales en las grandes obras del director. Ello se hace más patente al comprobar que lo logra en algunas escenas que rozan la perfección y donde nos sorprende con esos toques tan personales suyos; pero son momentos muy escasos y lo habitual en el film son momentos menos logrados, lo que lleva a Alice a un peldaño inferior dentro de la filmografía de Woody Allen.

En el aspecto visual, el director es fiel a esa manera peculiar de contar la historia, con juegos de cámara ya habituales donde se nota su intención de no resultar banal, jugando con encuadres y movimientos que, aunque con cierto matiz de artificio, no resultan pedantes y son también parte del sello de identidad de Woody Allen, detallista en la estética, que se apoya en la espléndida fotografía de Carlo Di Palma.

En cuanto a los actores, estamos en la etapa de Mia Farrow, actriz sobria y eficaz, tal vez sin el encanto de Diane Keaton, pero que encaja muy bien con el personaje de Alice, dándole un aire inocente muy convincente. Joe Mantegna me pareció perfecto en su papel, interpretando con solidez tanto al Joe seductor como al perplejo, cuando Alice coquetea con él de manera insinuante. Y el resto del reparto, como es habitual en Woody Allen, siempre perfecto en la dirección de actores, resulta plenamente convincente, incluso aquellos secundarios con una muy breve participación.

Film menor en la obra del director, Alice sin embargo conserva las señas de identidad de Woody Allen, con lo que es fácil que le guste a sus incondicionales y, para el resto, es una demostración más del buen nivel que tienen todas sus películas, incluso las que no salen del todo redondas.

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