El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 30 de mayo de 2024

Redención



Dirección: Steven Knight.

Guión: Steven Knight.

Música: Dario Marianelli.

Fotografía: Chris Menges.

Reparto: Jason Statham, Agata Buzek, Vicky McClure, Benedict Wong, Ger Ryan, Victoria Bewick, Christian Brassington. 

Joey Smith (Jason Statham) era soldado de las Fuerzas Especiales que tras un incidente en Afganistán desertó para librarse de un consejo de guerra. Ahora malvive en las calles de Londres.

Redención (2013) es una película bastante extraña. La culpa proviene de un guión que no atina a profundizar en lo que nos quiere contar, que son muchas cosas, y al final se queda más en meras intenciones, bastante moralistas y torpes, que en hechos consumados.

La historia gira en torno a Joey, un tipo atormentado por su pasado militar que vive como un vagabundo en Londres, bebiendo para escapar de sí mismo y de sus fantasmas. Pero lo único que consigue es recibir palizas y vivir de la caridad de las monjas.

Un día, tiene un golpe de suerte y consigue dinero y un piso en el que alojarse. Entonces decide dejar la bebida y empezar a hacer algo de provecho con su vida. Empieza a trabajar para la mafia china y así reúne el dinero suficiente para ayudar a su hija y para devolver a la hermana Cristina (Agata Buzek) algo de la ayuda que ella le brindó en el pasado.

Joey se convertirá en una especie de justiciero al tiempo que, en lo más extraño del film, inicia un tímido romance con la monja. Aunque resulte extraño, es en esta relación donde encontramos algunos momentos salvables de la cinta, pues al menos se sale de los caminos trillados de la venganza y nos muestra algo de profundidad psicológica y momentos de cierta hermosura en la relación entre la monja y Joey. Por desgracia, son breves detalles que no logran elevar mucho el nivel tan flojo de un guión plagado de tópicos y con un tufillo moralizador bastante insoportable. Porque Joey ha de redimirse impartiendo justicia, pero también ayudando a su ex y a su hija y, finalmente, llegando a rendir cuentas ante el ejército, algo que no llegamos a ver en la película, afortunadamente.

La evidencia más clara de la vacuidad del guión son los primeros minutos de la historia, donde apenas sucede nada y tenemos que esperar mucho tiempo y varias secuencias repetitivas y vacías de contenido hasta que el director se decide a entrar en materia. Y la verdad, es que no hay tampoco mucho que contar en cuanto se mete de lleno en la historia, que transcurre por senderos muy poco originales, salvo el detalle de la monja que es lo único realmente novedoso y, también, algo desconcertante.

Lo que queda claro es que contar con Jason Statham para el papel protagonista es lo mejor de la cinta. El actor encaja a la perfección en su papel además de ser un tipo que cae bien al instante, haga lo que haga. Tiene cierto carisma innegable y aunque se ha encasillado en un tipo muy concreto de papeles, siempre resulta convincente.

Por lo demás, Redención, como decía, es un film sin transcendencia, vulgar en su planteamiento y sin nada en su desarrollo que merezca realmente la pena.

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