El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 14 de enero de 2018

Cazadores de mentes



Dirección: Renny Harlin.
Guión: Wayne Kramer y Kevin Brodbin (Historia: Wayne Kramer).
Música: Tuomas Kantelinen.
Fotografía: Robert Gantz.
Reparto: Val Kilmer, LL Cool J, Christian Slater, Patricia Velasquez, JonnyLee Miller, Kathryn Morris, Clifton Collins Jr., Cassandra Bell, Eion Bailey.

Después de enfrentarse a una serie de pruebas, los candidatos a entrar en la unidad de perfiles psicológicos del FBI deben afrontar una última: pasar un fin de semana en una isla intentado resolver un crimen ficticio.

La historia de un grupo de personas encerradas en un lugar, en este caso una isla, que van muriendo una tras otra víctimas de un asesino misterioso e impecable es todo menos original. De hecho, bien analizado, el argumento sigue con bastante exactitud la novela Diez negritos de Agatha Christie. Solo varía la forma de morir de cada personaje, amén de que Renny Harlin sigue la moda de recurrir a lo morboso y desagradable para mantenernos despiertos y en permanente estado de sobrecogimiento.

Dado el morbo de la historia, además de la inevitable curiosidad por conocer quién es el asesino, que no se descubre hasta el mismo final, es cierto que a pesar de ser una película bastante plana y descaradamente comercial, Cazadores de mentes (2004) consigue al menos que no despeguemos la vista de la pantalla, además de ser un film ágil que se pasa casi sin darnos cuenta.

Y hasta aquí, el mérito del director. Porque en cuanto a todo lo demás, la película no ofrece gran cosa. En el lado negativo, las consabidas mentiras y engaños de un guión tramposo desde el principio, cuando ni era necesario recurrir al engaño. Pero al menos con ese comienzo ya sabemos a qué atenernos. Luego, muertes una detrás de otra casi sin solución de continuidad, más inverosímiles las unas que las otras, lo cuál es una pena, pero prima el efectismo sobre la verosimilitud, como si los propios guionistas no tuvieran mucha fe en sus propias elucubraciones. De esta manera, toda posible inclinación hacia un film más elaborado se esfuma. Solo interesa el morbo, el ritmo y mantenernos engañados hasta el desenlace que, visto lo visto, casi es lo de menos. Incluso el guión es tan previsible que no cuesta demasiado anticiparnos a la última mentira. Queda, es cierto, la guinda de la última pelea en la piscina, con otro inverosímil numerito más de a ver quién aguanta más la respiración. Casi se convierte en algo cómico.

En cuanto al reparto, pues poco que reseñar. Algunos rostros conocidos, como Val Kilmer o Christian Slater, con el acierto de matar al personaje de este último casi al principio, con la sorpresa que esto provoca (al estilo de Psicosis) y conseguir que ya no podamos anticipar que su personaje va a ser el que se salve al final, y un trabajo en general bastante convincente de todos.

El director, sin deslumbrar en ningún momento, al menos consigue mantener el ritmo y sacar partido del morbo del argumento, lo cuál ya es algo.

En resumen, una película poco original, cine puramente comercial que tampoco parece buscar nada más que hacernos pasar un mal rato.

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