El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 18 de enero de 2018

El show de Truman (Una vida en directo)



Dirección: Peter Weir.
Guión: Andrew Niccol.
Música: Burkhard Dallwitz.
Fotografía: Peter Biziou.
Reparto: Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Ed Harris, Natascha McElhone, Holland Taylor, Paul Giamatti, Adam Tomei, Harry Shearer.

Truman Burbank (Jim Carrey) lleva una existencia apacible en una pequeña ciudad tranquila. Todo parece perfecto en su vida, aunque en el fondo, Truman no es todo lo feliz que parece. Y cuando una serie de extraños sucesos comienzan a producirse, Truman empieza a sospechar que hay algo extraño en su vida.

El show de Truman (1998) se adelanta a su tiempo. Truman es el protagonista de un reality cuando en la televisión aún no se habían generalizado ese tipo de programas. Pero anticipa ese formato en que se exponen sin pudor las intimidades de los concursantes. Con un agravante en el caso de la película: Truman no sabe que es el protagonista de un show televisivo.

La película tiene varias lecturas, todas ellas inquietantes y que plantean también algunos interrogantes filosóficos y éticos, que nos pueden recordar la caverna de Platón o la isla de Utopía de Thomas More.

Lo más evidente es la crítica a la manipulación televisiva, capaz de cualquier cosa en busca de audiencia, éxito y dinero. Pero El show de Truman también es una metáfora sobre la libertad del hombre o, más bien, la ilusión de libertad. Como le dice Christof (Ed Harris) a Truman: lo que hay fuera es lo mismo que en tu mundo, mentiras. Pero al menos en su pequeño universo, Truman está protegido. Sin embargo, la realidad es que para el protagonista ese universo perfecto es su cárcel. El no quiere vivir en un paraíso artificial, quiere ser libre.

Generalizando, ¿nos pasa a nosotros algo parecido a Truman? ¿Somos tan libres como creemos? ¿Cuáles son nuestras cadenas, las que crea esta sociedad de internet y la globalización? ¿Somos conscientes de nuestra esclavitud?

Además de estas reflexiones sobre la existencia humana, Peter Weir también supo tocar el lado más humano del protagonista, reflejando con precisión y mucha sensibilidad los miedos de Truman; su enamoramiento frustrado, una de las historias más conmovedoras del film; la amistad incondicional con Marlon (Noah Emmerich), del que nunca duda; la vena infantíl de Truman; sus ganas de conocer mundo... es decir, hace de este personaje un ser complejo, cercano y entrañable, gracias a lo cuál, su historia tiene mucha más fuerza y capacidad de emocionarnos.

Para el papel de Truman, Jim Carrey era la primera opción del director y el actor estaba encantado con interpretar el personaje. Fue su primer papel serio y su trabajo recibió numerosos elogios, llegando a ganar un Globo de Oro. A pesar de ello, sigo sin ver a Carrey en ese papel. La sombra de sus personajes histriónicos es tan grande que me cuesta verlo en un papel dramático. A pesar de su buen trabajo, sigue sin poder escapar de sus muecas. Otro ganador de otro Globo de Oro fue Ed Harris, éste sí que merecido, pues se trata de un genial actor que, a pesar de un papel muy corto, llena la pantalla cada vez que aparece.

El show de Truman cuenta con todo un trabajo de producción soberbio, desde la ambientación a la fotografía, impecable, sin olvidarnos de la música, que se convierte en un elemento indispensable.

Como curiosidades, el nombre de Truman se eligió porque suena, en inglés, parecido a true man, es decir, hombre verdadero, y Truman es el único personaje verdadero del show. Y el de Christof por su evidente similitud con Cristo, representado el todopoderoso creador del personaje del reality.

Una comedia por lo tanto muy original, divertida por momentos, reflexiva y emocionante otros muchos, con una dirección impecable y que, por encima de todo, tiene el mérito de servir para provocar numerosos e interesantes planteamientos sobre la vida y la libertad en general y el mundo de la televisión en particular.

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