El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 20 de enero de 2018

Chantaje



Dirección: Mike Barker.

Guión: William Morrissey.

Música: Robert Duncan.

Fotografía: Ashley Rowe.

Reparto: Pierce Brosnan, Gerard Butler, Maria Bello, Emma Karwandy, Claudette Mink, Desiree Zurowski, Nicholas Lea, Peter Keleghan, Samantha Ferris.

Neil Randall (Gerard Butler) es un amante esposo y goza de una carrera profesional plena de éxitos. Todo parece irle de maravilla, hasta que un hombre (Pierce Brosnan) secuestra a su hija pequeña.

Con Chantaje (2007) volvemos a encontrarnos con una de esas películas asentada sobre un guión con sorpresa final. En el cine actual parece que si uno no saca de la chistera un conejo en el desenlace de la historia, ésta no vale gran cosa. Y desde mi punto de vista es todo lo contrario. Una buen argumento se sustenta en sí mismo, sin necesidad de buscarle los tres pies al gato; pues lo que se suele conseguir con ello es, generalmente, defraudar al público por chapuceros y tramposos.

No sé si William Morrissey temía que lo acusaran de ello, de ahí que vaya dejando sutiles pistas de que no todo es lo que parece en esta historia a lo largo de la película. El espectador más entrenado en este tipo de guiones con sorpresa seguro que no tendrá muchos problemas en descubrir el pastel antes de tiempo.

Lo peor es que la película realmente no necesitaría de esos engaños. Quiero decir que la historia del secuestro, si hubiera sido planteada con más inteligencia y honestidad, podría haber dado lugar a un film interesante. No una maravilla, pero sí un entretenimiento decente. Porque la verdad es que la película arranca bastante bien, tras una breve presentación del protagonista, Neil, donde vemos que parece ser un esposo perfecto y con un gran talento en su trabajo. Pero es cierto que ya intuimos que no parece ser oro todo lo que reluce. Y cuando entra en escena Tom Ryan (Pierce Brosnan), el secuestrador, el film entra en una espiral de tensión e intriga que consigue mantenernos en vilo durante gran parte de la película.

Mike Barker no me pareció un director excepcional, pero sí que logra sostener la emoción en la parte central de la película de manera constante, evitando caer en escenas redundantes y jugando convenientemente con las debilidades del matrimonio para contagiarnos de su angustia.

Cuenta, es verdad, con la ayuda inestimable de los tres protagonistas. Tanto Maria Bello como Gerard Butler son más que convincentes en sus trabajos, que les obligan a llevar sus registros al límite. Pero yo destacaría por encima de ellos a Pierce Brosnan, que tras sus comienzos como galán, ha sabido demostrar que es un actor que domina todos los registros, componiendo siempre a villanos llenos de fuerza y cierto atractivo perverso.

La clave de este tipo de películas, donde el interés para nosotros es descubrir al final el quiz de la historia, es que tengan un desenlace convincente o no. Es aquí donde todo puede irse por la borda. Y el final de Chantaje no nos deja un buen sabor de boca. No es que sea un despropósito, pero sí que esperaba algo más intrigante, acorde con las expectativas generadas. Porque el hecho de que todo se reduzca a una aventura extra matrimonial hace que la reacción de Abby Randall (Maria Bello) y Tom parezca no solo excesiva, sino incluso con detalles un tanto inverosímiles que nos llevan a pensar que todo lo visto no es más que algo demasiado "peliculero".

Chantaje se nos queda al final en un pasatiempo bastante bien construido, con una parte central bien llevada, pero con un final que, por desgracia, no es lo más logrado de la historia.

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