El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 10 de enero de 2018

Los tres mosqueteros del desierto



Dirección: Armand Schaeffer y Colbert Clark.
Guión: Norman Hall, Colbert Clark, Ben Cohn y Wyndham Gittens.
Música: Lee Zahler.
Fotografía: Ernest Miller y Tom Galligan.
Reparto: John Wayne, Ruth Hall, Jack Mulhall, Raymond Hatton, Francis X. Bushman Jr., Creighton Chaney, Hooper Atchley, Gordon De Main.

Cuando Tom Wayne (John Wayne) llega a Argelia para visitar a su novia, se encuentra metido de lleno en la lucha de la Legión Extranjera francesa contra unos traficantes de armas árabes. Sin quererlo, Wayne se verá involucrado en esa guerra.

Película de 1933, Los tres mosqueteros del desierto es un film de aventuras bastante rudimentario, que podría pasar sin ningún problema por una película muda, pues tanto su desarrollo como su sintaxis aún no han conseguido despegarse del típico lenguaje del cine mudo.

El guión es un tanto elemental, con la lucha del protagonista contra unos traficantes de armas que pretenden desencadenar una guerra para aniquilar a los franceses que ocupan Argelia. No falta la historia de amor, por supuesto, que se mezcla hábilmente con la trama principal.

Están también todos los elementos característicos de una buena película de aventuras: las situaciones límite del protagonista, con su vida pendiendo de un hilo a cada momento; la acusación falsa de la que debe librarse Wayne y que pone en peligro su felicidad con su novia. Hay peleas casi constantemente, disparos, persecuciones, una secta secreta, guaridas en cuevas, engaños... y todo ello con el típico sello de las películas mudas, donde la acción lo es todo, sin tiempos muertos, sin demasiadas explicaciones, pues todo debe ponerse al servicio de la acción, con ese ritmo acelerado tan característico y una ingenuidad a la hora de plantear la intriga que hace que no podamos tomarnos en serio lo que pretende ser un film épico.

Es una película sumamente elemental, donde los buenos y los malos están diáfanamente diferenciados y donde solo interesa mantener la intriga y un ritmo endiablado. Es la aventura en estado puro, dentro de un planteamiento totalmente básico. Un cine muy primitivo, un ejemplo del estilo y los gustos de unos años en que el cine aún estaba en pañales.

La película tiene una duración considerable para la época, si bien la copia de la cinta que he visto sufre un corte brusco al final, cuando se espera el ansiado desenlace, como si parte del metraje se hubiera perdido. Una voz en off resume precipitadamente el final, quedando por lo tanto la película mutilada en la parte más interesante. A pesar de ello, podemos hacernos una idea de ese final, donde las desventuras y los peligros del protagonista terminan con el triunfo del bien y la derrota de los malvados.

En definitiva, no se puede valorar esta película con criterios actuales, sólo disfrutarla como una mera curiosidad histórica.

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