El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 17 de marzo de 2024

Algo que contar



Dirección: Don Roos.

Guión: Don Ross.

Música: Mychael Danna.

Fotografía: Robert Elswit.

Reparto: Ben Affleck, Gwyneth Paltrow, Joe Morton, Natasha Henstridge, Tony Goldwyn, Johnny Galecki, Alex D. Linz, David Dorfman, Jennifer Grey, Caroline Aaron. 

Debido al mal tiempo, el vuelo que debía coger Buddy Amaral (Ben Affleck) sufre un retraso. Durante la espera, conoce a Greg Janello (Tony Goldwyn), que también espera para poder volver a su casa. Al final, Buddy le da su billete a Greg para poder pasar la noche con una atractiva mujer (Natasha Henstridge) que acaba de conocer también durante la espera.

Algo que contar (2000) es un film romántico que sigue las pautas más clásicas del género, es decir: los protagonistas se conocen, inician una relación que se verá frustrada por un hecho importante pero, finalmente, el amor triunfa y se reconcilian. La nota diferente es el hecho de que Buddy había conocido al marido de Abby (Gwyneth Paltrow) y al darle su billete de avión y morir Greg en ese vuelo, Buddy se siente responsable, lo que origina el conflicto que desencadenará el problema en su relación con Abby.

El tema del accidente de avión y el posterior romance ya lo habíamos visto, con una pequeña variante, en Caprichos del destino (Sydney Pollack, 1999), por lo que no es algo muy original, aunque funciona como punto de partida. El problema es que el guión sabe que es su as en la manga y decide jugar con el decisivo momento de la verdad, cuando Buddy ha de contarle lo sucedido con el vuelo de su marido, durante demasiado tiempo. Se pretende mantener la tensión el máximo tiempo posible, lo que se puede entender, pero al final lo que se consigue es priorizar el dramatismo de manera artificial, lo que estropea en gran medida el tono serio que podría tener la historia. En definitiva, se prefiere el efectismo barato a la lógica y la seriedad.

En realidad, ese es el principal defecto de Algo que contar, que no elige el camino más consecuente y se deja llevar al terreno de los engaños, convirtiendo una historia con muchas posibilidades en un juego demasiado previsible y que no terminamos de creernos porque la dilación de la confesión de Buddy no es lógica. Incluso es muy fácil adivinar que será Abby la que descubrirá el secreto antes de que él se lo confiese.

Y además hay otro detalle que no juega a favor de los protagonistas: su relación se basa en dos mentiras. Abby le cuenta que está divorciada, lo que no tiene más explicación que el interés del guión en retorcer las cosas innecesariamente; y Buddy le oculta que conocía a su esposo. Pero también mienten a los demás, creando un ambiente un tanto extraño que no favorece que empaticemos con ellos. Y de nuevo comprobamos como el interés del guión por jugar demasiado con el drama acaba perjudicando a la historia.

Y la verdad es que da pena ver cómo el guión no sigue un desarrollo más lógico, menos enfocado al efectismo, porque en otros momentos comprobamos que tiene un nivel superior a otras historias parecidas. Por ejemplo, los diálogos resultan bastante más profundos en muchos momentos que las habituales conversaciones intrascendentes y ofrecen un enfoque de las relaciones entre hombres y mujeres, el saber asumir las cosas y poder perdonar al otro y perdonarse a uno mismo bastante interesantes. De haber seguido por esa senda, Algo que contar estaría entre los dramas románticos más recomendables de los últimos años.

Lo que sí que es imposible de perdonar es el tener a Ben Affleck como protagonista. Entiendo que es un actor atractivo, un requisito importante para el papel, pero su calidad interpretativa es muy limitada y eso es un problema grave, como en las escenas en que se da a la bebida por sus remordimientos y dónde nos ofrece una muestra evidente de su poca versatilidad. Affleck es inexpresivo y exagerado y ello condiciona toda la historia. No pasa lo mismo con Gwyneth Paltrow, que me pareció perfecta en su trabajo.

Está claro que Algo que contar tiene muchos defectos y que duele comprobar cómo se ha perdido la oportunidad de hacer algo mucho más hermoso. Y aún así, para los amantes de las películas románticas, creo que no resulta una mala elección. Si valoramos sus aciertos por encima de su marcada orientación comercial, podemos disfrutarla. 

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