El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Durmiendo con su enemigo



Dirección: Joseph Ruben.

Guión: Ronald Bass (Novela: Nancy Price).

Música: Jerry Goldsmith.

Fotografía: John W. Lindley.

Reparto: Julia Roberts, Patrick Bergin, Kevin Anderson, Elizabeth Lawrence, Kyle Secor. 

Para poder escapar de Martin (Patrick Bergin), un marido maniático y posesivo que la maltrata, Laura (Julia Roberts) finge su propia muerte.

Un año antes de estrenarse Durmiendo con su enemigo (1991), Julia Roberts había arrasado con Pretty Woman (Garry Marshall), por lo que se entiende el tirón en taquilla de esta cinta de suspense que, bien mirada, tiene más de serie B que de producción consistente.

La historia es bastante sencilla: Laura no soporta más a su marido, un maltratador obsesivo. Sabe que su esposo nunca la dejará marcharse, por lo que no le queda más solución que simular su muerte para librarse de una vez por todas de Martin. Y en ese plan y su ejecución tenemos en realidad lo mejor de la película, con unos minutos bastante intensos.

El problema es que a partir de ahí la historia decae bastante, especialmente toda la parte en que Laura intenta empezar una nueva vida y conoce a un joven, Ben (Kevin Anderson), que se interesa por ella. Toda esta parte, con Laura intentando vencer sus miedos y desconfianza hacia los hombres resulta bastante plana y repetitiva. 

Solamente cuando Martin descubre que Laura está viva y empieza a acercarse a ella, el interés parece volver a subir algo, pero tampoco demasiado, porque en el fondo descubrimos que el guión es bastante limitado y en toda la parte central lo único que intenta es alargar como pueda la historia para poder llegar al desenlace. Desenlace tan descolorido y precipitado que ni con mucho llega a compensar todo el tiempo que hemos tenido que soportar antes para llegar a ese momento.

Durmiendo con su enemigo es tan poca cosa que hasta las trampas del guión, porque el guión además de pobre es tramposo, son pequeñas: al principio, en la escena de la playa, queriendo sugerir que Laura es feliz al lado de Martin, y al final, con la "resurrección" de Martin buscando un último toque dramático. 

Incluso el reparto denota la escasa ambición que parece poseer la cinta. Es verdad que Patrick Bergin resulta inquietante y aporta una frialdad a su personaje muy eficaz, pero en realidad Martin es un personaje muy plano y sus detalles de crueldad resultan casi gratuitos por la simplicidad del guión a la hora de perfilarlo. Por su parte, Kevin Anderson me pareció una elección muy mala para jugar el papel del vecino que enamora a Laura. Es un actor sin carisma y muy limitado en su trabajo, palideciendo ostentosamente al lado de Julia Roberts.

De hecho, ella es la única nota de calidad de la cinta y solo por su presencia merece la pena verla. Sin ella podríamos estar hablando tranquilamente de uno de esos telefilms estereotipados que parecen hechos en serie para las tardes de domingo. Es más, podríamos preguntarnos cómo aceptó Julia Roberts participar en un proyecto tan pobre.

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