El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 13 de marzo de 2024

Cerdos salvajes (Con un par... de ruedas)



Dirección: Walt Becker.

Guión: Brad Copeland.

Música: Teddy Castellucci.

Fotografía: Robbie Greenberg.

Reparto: Tim Allen, John Travolta, Martin Lawrence, William H. Macy, Ray Liotta, Marisa Tomei, Jill Hennessy, Stephen Tobolowsky, M. C. Gainey, Kevin Durand, John C. McGinley, Peter Fonda.

Cansados de su rutina diaria, Woody (John Travolta), Doug (Tim Allen), Bobby (Martin Lawrence) y Dudley (William H. Macy), cuatro buenos amigos, deciden coger sus motos y emprender un viaje hasta el Pacífico en busca de un poco de libertad.

Cerdos salvajes (Con un par... de ruedas) (2007) tiene un planteamiento interesante: las vidas de cuatro viejos amigos de mediana edad no es lo que habían soñado. Cada uno a su manera se siente frustrado, infeliz, fracasado. Es algo que puede pasar, sobre todo cuando ves que has pasado el ecuador de tu vida y tus sueños se han quedado muy atrás. Por eso todos acaban animándose a emprender un viaje sin un destino claro, tan solo evadirse de la vida cotidiana, soñar que dejan atrás los problemas, ser de nuevo los dueños de su destino, aunque solo sea durante unos días.

Claro está, esto es una comedia y el planteamiento no toma un enfoque deprimente o demasiado serio. Pero el punto de partida es acertado. Claro que Walt Becker no va a aportar reflexiones trascendentales. La idea es simplemente entretenernos con las aventuras de estos amigos durante su viaje, donde incendiarán accidentalmente su tienda de campaña, se encontrarán con un policía homosexual (John C. McGinley) que se siente atraído por ellos, escandalizarán a una familia al bañarse desnudos y se enfrentarán a una banda de moteros liderada por el pendenciero Jack Blade (Ray Liotta). Hasta el tímido de Dudley tendrá tiempo de enamorarse de una hermosa camarera (Maria Tomei).

Pero las buenas intenciones de Cerdos salvajes van a chocar directamente con un guión demasiado simple que no deja de ofrecernos situaciones muy previsibles. Es verdad que algunos chistes logran sacarnos una sonrisa, pero en cambio otros momentos resultan demasiado patéticos por su falta de imaginación y chabacanería. Sé que hacer una comedia es complicado, pero aún se complica más cuando el guión no sabe esquivar los chistes vulgares.

Tengo la sensación de que una de las claves para que una comedia funcione reside en que sus autores deben considerarla como algo serio. En Cerdos salvajes da la sensación de que sus artífices no siguieron esta premisa, se tomaron el trabajo a la ligera y el resultado es un film con una calidad inferior a lo deseable.

Es verdad que algunos nombres del reparto, como William H. Macy, John Travolta (aunque su elección de proyectos fue bastante cuestionable en muchas ocasiones) o la maravillosa Marisa Tomei disimulan un poco las carencias de la cinta. Y también he de reconocer que el viaje en moto tiene su encanto, aunque se podrían haber explotado mejor los paisajes por los que viajan, pues el director se centra en exceso en las motos y desaprovecha la riqueza visual de los territorios que cruzan. Pero siempre es bonito ver rodar unas Harley y más con el acompañamiento de una banda sonora muy atractiva.

En conjunto, incluso con el forzado final feliz cargado de merengue, he de confesar que uno termina de ver la película con cierta sensación de bienestar. Repito, es un film endeble, solamente aderezado con algunos momentos menos malos, pero al final me quedé con una sonrisa en la boca, como la de los cuatro amigos frente al Océano Pacífico.

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