El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 31 de marzo de 2024

The Reader (El lector)



Dirección: Stephen Daldry.

Guión: David Hare (Novela: Bernhard Schlink).

Música:  Nico Muhly.

Fotografía: Chris Menges y Roger Deakins.

Reparto: Kate Winslet, Ralph Fiennes, David Kross, Lena Olin, Bruno Ganz, Alexandra María Lara, Hannah Herzsprung, Karoline Herfurth. 

Con tan solo quince años, Michael Berg (David Kross) conoce a Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer adulta que lo ayuda un día que se encontraba enfermo. Michael se siente atraído por ella y poco después comienzan una relación secreta.

The Reader (2008) es un film enorme que hay que saborear despacio, porque va creciendo conforme pasan los minutos hasta desplegar toda su fuerza en un final tan emotivo como triste.

La película se inicia con el curioso romance entre Michael y Hanna. Extraño porque no sabemos nada de ella, de qué busca, porqué a veces reacciona de manera furiosa con Michael. Es una mujer extraña, a la que le gusta que su joven amante le lea antes de hacer el amor. Del lado de Michael todo está más claro: ha encontrado a su primer gran amor, una hermosa mujer con la que descubrirá el sexo y la complicidad adulta. Y ese amor nunca se olvida. Y te marca para siempre.

Pero si pensábamos que The Reader es una simple historia de un amor imposible, estábamos equivocados. Porque al argumento guarda mucho más. Incluso habría que decir que el comienzo en realidad es lo más flojo de la cinta y no porque el romance entre el adolescente y Hanna no resulte revelador y tierno, sino porque los mejores momentos llegarán después, cuando Hanna desaparezca de repente de la vida de Michael sin avisar y éste comience a estudiar derecho en la universidad.

Es entonces cuando llegamos al centro de la historia, cuando Michael descubre que Hanna ha formado parte de las SS durante la guerra y ahora está siendo juzgada por sus crímenes. Cuando finalmente es condenada a cadena perpetua, Michael (Ralph Fiennes como el protagonista adulto) empezará a enviarle cintas grabadas con las novelas que Hanna escuchaba de sus labios cuando eran amantes. Porque descubrimos también que ella era analfabeta, por eso quería que Michael le leyera los libros y por ello él tiene la posibilidad en el juicio de ayudarla gracias a ese detalle.

No desvelaré lo que sucede, solamente destacar cómo Stephen Daldry convierte el relato en algo íntimo, tranquilo, donde no se permite la osadía de explicar nada, sino que simplemente cuenta una historia. Será el espectador el que tenga que buscar explicaciones, justificaciones, motivos si puede y quiere. De esta manera, las vidas de Hanna y Michael, unidas sin remedio desde su relación, contienen todo el misterio, las contradicciones, el dolor y la amargura de la vida. 

Hanna había sido un misterio, para Michael y para nosotros. Podemos pensar que está marcada por su pasado, por lo que tuvo que hacer. Sin embargo, hay en ella un extraño sentido del deber, la necesidad de cumplir con su trabajo. Hanna parece una mujer fuerte, capaz de enfrentarse incluso a su condena con dignidad y orgullo. Lo que no podrá superar es ver como Michael ha cambiado y ya no es para él aquella mujer a la adoraba. Esa es una pérdida insoportable.

Michael es un hombre que acarrea una tristeza profunda. Su primer amor lo marcado de por vida y jamás ha logrado superar la ruptura, abrupta, inexplicable. Ni siquiera el descubrimiento terrible del pasado de Hanna cambiará su amor por ella. Michael llevará el peso de esa pérdida siempre, doblándole la espalda, clavándosele en las entrañas. The Reader es el retrato directo y sincero del dolor que produce un amor abrasador, el primero, el único en muchos aspectos.

Sin embargo, con el paso del tiempo, Hanna es un bello recuerdo, el más hermoso. Y cuando Michael se sienta ante ella, después de toda una vida, no puede amarla ya. La mujer ajada sentada ante él no es su Hanna. Es un momento tan revelador como definitivo. 

The Reader es un retrato de la vida misma, con sus contradicciones, con luces y sombras en cada uno de nosotros. Una vida de esperanzas... y de la realidad; de lo que soñamos y en qué nos convertimos. Stephen Daldry nos ofrece un relato sin adornos, verídico y por ello muy triste. Es de admirar la facilidad que tiene el director para contagiamos todas las emociones de Hanna y de Michael con una elegancia absoluta, simplemente con la fuerza de una imagen o de una mirada. Es la contundencia de una mirada desnuda, sincera, dolorosa.

The Reader no es una película fácil, porque de tan directa hace daño. Pero es un film notable en su sencillez, en cómo nos mete en la piel de los protagonistas, en cómo sentimos también nosotros su dolor, desesperación y resignación. Maravillosa.

Kate Winslet se llevó muy merecidamente el Oscar a la mejor actriz.

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