Dirección: Gary Fleder.
Guión: Anthony Peckham y Patrick Smith Kelly (Novela: Andrew Klavan).
Música: Mark Isham.
Fotografía: Amir Mokri.
Reparto: Michael Douglas, Sean Bean, Brittany Murphy, Famke Janssen, Skye McCole Bartusiak, Jennifer Esposito, Oliver Platt, Guy Torry, Shawn Doyle, Victor Argo, Conrad Goode.
Para intentar recuperar una piedra preciosa robada años atrás, Patrick Koster (Sean Bean) secuestra a Jessie (Skye McCole Bartusiak), la hija del psiquiatra Nathan Conrad (Michel Douglas) para que este trate a Elisabeth Burrows (Brittany Murphy), una joven perturbada que conoce donde está la piedra.
Ni una palabra (2001) es un thriller que parece buscar en el rebuscado personaje interpretado por Brittany Murphy la nota distintiva que lo diferencie de muchos otros films cortados por el mismo patrón.
La novedad pues reside en la joven Elisabeth que arrastra un trauma desde la infancia (vio cómo mataban a su padre) que la mantiene recluida en instituciones para enfermos mentales desde hace muchos años. Pero el principal error es que no se profundiza en este personaje lo suficiente y al final resulta un cúmulo de lagunas que el guión parece que no quiere, o tal vez no puede, explicar porque, de presentarla como una enferma problemática que ni habla ni deja que la toquen, pasa a hablar sin problemas y permitir el acercamiento del doctor Nathan en un par de minutos de conversación.
En realidad, es la superficialidad e inconsistencia del argumento el principal defecto de esta cinta que, sin embargo, al menos en su primera mitad, mantiene un cierto nivel de intriga bastante eficaz. Como suele suceder, mientras las claves de la historia permanecen ocultas, el misterio nos mantiene atentos. Pero será cuando el guión tenga que mostrar sus cartas cuando se vea con más claridad lo básico de su fundamento.
Porque en el desenlace se precipitan los acontecimientos de manera un tanto mecánica, de modo que la parte que debería resultar más interesante al final es donde encontramos más fallos. La huída de Nathan con Elisabeth, la lucha de la esposa de éste (Famke Janssen) con uno de los villanos (Guy Torry), la inconsistente pero necesaria intervención de la agente de policía Cassidy (Jennifer Esposito), la previsible y torpe pelea final en el cementerio, algunas excentricidades del director con la cámara... todo ello conforma un tramo final de cierta torpeza y carente de imaginación que no aporta nada especial a los momentos clave de la cinta, dejándonos con un mal sabor de boca.
Ni una palabra funciona y entretiene básicamente por el tema del secuestro de la niña y el secreto que guarda Elisabeth, pero no deja de ser un thriller sin una gran calidad que se apoya en un reparto sólido, es verdad, aunque no deja de tener un aire a film de bajo presupuesto.
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