Dirección: Gene Kelly y Stanley Donen.
Guión: Betty Comden y Adolph Green.
Música: André Previn.
Fotografía: Robert Bronner.
Reparto: Gene Kelly, Dan Dailey, Cyd Charisse, Dolores Gray, Michael Kidd, David Burns, Jay C. Flippen.
Al terminar la guerra, los tres inseparables amigos Ted (Gene Kelly), Doug (Dan Dailey) y Angie (Michael Kidd) han de separarse y empezar su nueva vida como civiles. Pero antes de eso, deciden citarse para dentro de diez años.
Stanley Donen y Gene Kelly tuvieron una estrecha amistad y colaboración en los primeros años de sus carreras y juntos revolucionaron el musical, con innovaciones sorprendentes para la época. Ambos dirigieron el que puede ser considerado el mejor musical de la historia, Cantando bajo la lluvia (1952), y tres años después se volvieron a reunir para filmar Siempre hace buen tiempo, una comedia musical menor pero no exenta de encanto que fue la tercera y última colaboración de ambos.
Siempre hace buen tiempo, de un modo alegre y siempre bienintencionado, posee un argumento que no se limita a presentar el típico romance habitual de los musicales, en este caso entre Gene Kelly y la siempre hermosa y sofisticada Cyd Charisse, una bailarina maravillosa. También el libreto de Comden y Green aborda otros temas interesantes, como la amistad, el paso del tiempo, las ilusiones perdidas, el fracaso o la televisión sensacionalista que, como vemos, no es cosa de estos tiempos.
Por eso, a pesar de tratarse de una comedia, la cinta tiene un poso triste, pues vemos como los diez años que pasan desde que se separan han convertido a los tres amigos en tres desconocidos. Al final, lógicamente, las cosas se arreglan, pero yo tenía la impresión de que en el fondo la reconciliación era puramente pasajera, circunstancial. La vida había jugado sus cartas sin remedio.
En dónde sí que había un rayo de esperanza era en que los tres amigos al fin reconocían sus errores, entendían en que habían fallado, traicionando sus sueños, y decidían empezar de cero, volver a darse una oportunidad, en el matrimonio, en el amor y en el trabajo.
Como vemos, estamos ante una pequeña evolución en el género musical, normalmente más ligero y amable, de ahí que para algunos sea el comienzo del fin del musical clásico para dar lugar a obras de corte muy diferente que se irá acentuando con el paso del tiempo.
Lo que no cambia es el afán de innovar por parte de Kelly y Donen, lo que se puede ver en un par de números musicales, como cuando los tres amigos, en distintos sitios de Nueva York, bailan el mismo número con la pantalla dividida en tres. Pero sobre todo la imaginación se desborda en el número de Kelly con los patines, el más original de toda una cinta que, en el tema meramente musical, es donde menos lograda me parece, con los bailarines frente a la cámara interpretando unas coreografías poco elaboradas y canciones sin el gancho de otros musicales famosos.
A pesar de lo cuál, para los amantes del musical clásico, sigue siendo una buena película, con las virtudes, y defectos, de aquel cine sencillo, de mensajes directos y con ese componente optimista que se imponía siempre a cualquier problema.
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