El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 5 de abril de 2024

Solo las bestias



Dirección: Dominik Moll.

Guión: Dominik Moll y Gilles Marchand (Novela: Colin Niel).

Música: Benedikt Schiefer.

Fotografía: Patrick Ghiringhelli.

Reparto: Denis Ménochet, Laure Calamy, Damien Bonnard, Nadia Terezskiewicz, Guy Roger "Bibisse" N'Drin, Bastien Bouillon, Valeria Bruni Tedeschi. 

El coche de Evelyne Ducat (Valeria Bruni Tedeschi) aparece abandonado en una carretera de una zona montañosa francesa y la policía no encuentra ninguna pista sobre el paradero de la mujer.

Solo las bestias (2019), a medio camino entre el thriller y el drama, es una de las películas más singulares, extrañas, complejas y absorbentes que he visto en mucho tiempo. 

La baza principal del film de Dominik Moll es el misterio que envuelve el desarrollo hasta bien entrados en la historia, lo que garantiza nuestra total atención para ir resolviendo una especie de puzzle que se va reconstruyendo lentamente, de sorpresa en sorpresa, hasta dejarnos al final una sensación un tanto amarga por el drama que encierra, pero reconfortante al ver que aún se pueden hacer historias sencillas en planteamiento y muy densas en contenido.

Con el nexo de unión de la mujer desaparecida, se van entremezclando cinco historias de otros tantos personajes unidos por lazos de matrimonio, amor o deseo. Cada personaje participa a su manera en un drama colectivo que va desnudando el alma de cada uno de ellos, mostrando la soledad interior y la falta de cariño que convierten a los protagonistas en seres tan desvalidos como patéticos, llevándolos a cualquier locura con tal de sentirse amados.

Esta es la esencia de un film sin grandes alardes pero que el director sabe desarrollar con mano firme, uniendo las cinco historias con una lógica inquebrantable para ir desvelando lentamente los misterios que se van planteando, básicamente por el comportamiento extraño, huraño y esquivo de los protagonistas, personas completamente solas que buscan una salida a su situación y no siempre son capaces de encontrar el camino correcto.

Es difícil destacar una historia sobre otra, pues todas tienen la misma fuerza en su precisión a la hora de mostrar las necesidades básicas de cada ser humano: sentirse querido. Quizá la de Joseph (Damien Bonnard) resulte la más extraña, pues es evidente que estamos ante una persona enferma, con un grave problema para relacionarse con los demás y que parece que encuentra al fin la compañía perfecta con el cadáver de Evelyne. La escena en que se suicida es tan sorprendente como rotunda por su extraña lógica.

Pero tampoco se queda atrás la de Michel (Denis Ménochet), que ejemplifica de manera un tanto rotunda la crisis de un hombre de mediana edad que cree encontrar de nuevo las ganas de vivir y de amar sin saber que está siendo timado. Lo triste (o revelador) es que, una vez descubierto el engaño, no puede dejar de desear seguir soñando con su amor, aunque tenga que engañarse a sí mismo. Lo que encontró en la pantalla de su ordenador es más maravilloso para él que su propia vida.

Sin duda, Solo las bestias es toda una sorpresa, un film que no te deja indiferente, una reflexión sobre la soledad y la necesidad de amor tan rotunda como eficaz. 

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