El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 4 de mayo de 2024

Con derecho a roce



Dirección: Will Gluck.

Guión: Keith Merryman, David A. Newman y Will Gluck.

Música: Cliff Eidelman.

Fotografía: Michael Grady.

Reparto: Mila Kunis, Justin Timberlake, Patricia Clarkson, Jenna Elfman, Richard Jenkins, Woody Harrelson, Bryan Greenberg, Nolan Gould, Emma Stone. 

Jamie (Mila Kunis), que trabaja como cazatalentos en Nueva York, consigue convencer a Dylan (Justin Timberlake), que dirige una pequeña empresa de internet, para que acepte un trabajo en la revista GQ. Pronto, lo que era una relación profesional da paso a una buena amistad.

El cine se basa en la empatía: conseguir que el espectador se identifique con los protagonistas para participar activa y emocionalmente de lo narrado en la película. Ello es sobre todo muy evidente cuando somos niños, que es cuando de verdad vivimos la ficción de la pantalla como una auténtica realidad. Con los años, esa magia se va diluyendo, pero nunca llega a desaparecer del todo. Por eso seguimos amando el cine, o la literatura; todo aquello que nos haga soñar con un mundo mejor, con una vida con algo de magia.

Las comedias románticas funcionan, a pesar de seguir un patrón repetitivo y ser predecibles y bastante improbables, porque siguen conectando con la parte íntima del espectador, con la necesidad de vivir algo hermoso, idílico. Y Con derecho a roce (2011) funciona porque, al menos en mi caso, consigue que participe de las aventuras y desventuras de Jamie y Dylan. Y lo consigue básicamente porque tanto Mila Kunis como Justin Timberlake derrochan energía, frescura, encanto y atractivo. Bueno, como soy un hombre me ha llegado mucho más Mila Kunis, pues además de atractiva su personaje me parece maravilloso. Es una chica desinhibida, alegre, con detalles inesperados, divertida. Es de esas personas con las que parece imposible aburrirse, que pueden conseguir convertir cualquier momento en algo especial. De esa manera resulta muy fácil enamorarse de su personaje y de eso se trata.

Pero además, Con derecho a roce tiene detalles bastante interesantes fruto de un guión que, si bien es verdad que se mueve dentro de los esquemas típicos del género y no ofrece nada realmente original, sabe encontrar los momentos graciosos de manera natural, sin tener que caer en el chiste fácil o forzar tanto las situaciones que lleguen a parecer artificiales. Solo el personaje de la madre de Jamie (Patricia Clarkson) roza algo lo grotesco, pero se contiene lo suficiente para evitar el ridículo y además, cuando ha de tener el momento importante con su hija, logra tener un tono maduro e inteligente que despeja los miedos por completo y le da una fuerza muy necesaria al personaje.

Pero además del tono divertido, especialmente en una primera parte de la cinta que para mí es la mejor con diferencia, cuando el argumento ha de tomar un nivel más serio, la historia no cae en banalidades ni en lecciones moralizadoras caducas, sino que mantiene un nivel más que aceptable, dando una visión de los problemas de pareja bastante interesante, señalando los miedos, dudas, inseguridades y barreras entre hombres y mujeres con coherencia y seriedad. No es que sea un discurso demasiado profundo, estamos en una comedia, pero al menos parece tomarse en serio lo que cuenta y eso ayuda mucho a que sigamos conectados a Jamie y Dylan y a sus dudas y miedos.

Seguramente el final resulta demasiado peliculero, es cierto, pero creo que se puede perdonar esa caída en algo demasiado artificial teniendo en cuenta lo atinado de todo el desarrollo anterior. Y si nos dejamos de exquisiteces, he de confesar que la escena tiene el toque romántico casi indispensable en este tipo de historias. Es como una concesión a cierto romanticismo de postal, pero a mí no me molestó demasiado.

En definitiva, Con derecho a roce no es una película romántica realmente original, pero creo que funciona gracias a un guión bastante notable y, especialmente, gracias a la pareja protagonista. Al final, no hay mucho más, todo reside en conectar con el público, entretenerlo y seducirlo. 

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