El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Tal como éramos


Hubbell Gardiner (Robert Redford) y Katie Morowsy (Barbra Streisand) estudian en la misma universidad y en principio todo parece separarlos. Mientras Hubbell es un atleta y un conquistador, Katie es una activista política comprometida. Sin embargo, Katie se siente atraída por Hubbell, en quién descubrirá que no es tan superficial como aparenta.

Tal como éramos (Sydney Pollack, 1973) será recordada siempre por su excelente banda sonora de Marvin Hamlisch y, en especial, por el tema "The way we were", interpretado por la protagonista de manera soberbia. Los dos Oscars que ganó Tal como éramos, de seis nominaciones, son precisamente por la banda sonora y ese tema. Solamente por esta canción ya merece la pena ver la película.

Tal como éramos no es, ni más ni menos, que una historia de amor. Hay quién huye despavorido ante un film de este género, sin embargo, creo que es una película que, con sus defectos, merece la pena.

En primer lugar, porque a los mandos está Sydney Pollack y si algo hacía bien este hombre era contar una historia. En este caso, la historia es la de dos polos opuestos que, naturalmente, se atraen irremediablemente y, sin embargo, no pueden ser felices juntos. La semilla está sembrada. Si algo conmueve verdaderamente es esa especie de amores imposibles, condenados desde el principio. Pero el acierto de Tal como éramos reside en el buen equilibrio que se consigue entre la historia de amor y el reflejo de la sociedad del momento, a través de un largo recorrido por más de veinte años en la vida de los protagonistas. Vale que lo que de verdad interesa es el romance, pero la habilidad de Pollack reside en arroparlo convenientemente.

Otro punto fuerte de la película es la pareja protagonista. Puede que a algunas personas les choque ver a la "feucha" Barbra enamorando a un Robert Redford en la cima de su belleza. Pero, a pesar de todo, la relación resulta creíble porque no se basa exclusivamente en una atracción física, hay mucho más: admiración, respeto, curiosidad. Y es que además, Pollack consigue que los espectadores también nos enamoremos de la pareja protagonista a cierto nivel, la química entre ambos es perfecta, y que deseemos que superen sus diferencias y sean felices. Creo que ahí está la clave de la película.

Sin embargo, Tal como éramos no es perfecta, claro está. Pollack no consigue mantener el mismo nivel a lo largo de toda la película. Así, el encanto de la primera parte, cuando ambos protagonistas se conocen en la universidad, se va perdiendo a mitad de la cinta y hay momentos que se hacen un tanto lentos y previsibles. No falta tampoco cierto acaramelamiento que puede resultar algo excesivo para algunos.

Pero a pesar de todo, Tal como éramos es una bonita historia de amor, muy bien contada y con esos toques precisos y preciosos (la pareja protagonista, el tema principal, una buena fotografía) para que el film nos cale y nos seduzca. No hay que pedirle más. Es sólo la vieja historia de chico encuentra chica, pero ¡qué bien contada!

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