El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 7 de enero de 2014

Babylon A.D.



Dirección: Mathieu Kassovitz.
Guión: Eric Besnard, Mathieu Kassovitz, Joseph Simas (Novela: Maurice G. Dantec).
Música: Atli Örvarsson.
Fotografía: Thierry Arbogast.
Reparto: Vin Diesel, Mélanie Thierry, Michelle Yeoh, Charlotte Rampling, Lambert Wilson, Gérard Depardieu, Mark Strong, Jérôme Le Banner, Chris Petoyan (AKA Chris Astoyan), Radek Bruna, Abraham Belaga.

En el futuro, el mundo vive en medio de un caos total, donde el orden y la mayor parte de las instituciones mundiales han desaparecido. La violencia impera en todas partes y la gente ha de buscarse la vida como sea. En medio de este caos, Hugo Cornelius Toorop (Vin Diesel), un mercenario solitario y peligroso, recibe el encargo de llevar desde una remota región de Rusia hasta Nueva York a una misteriosa joven, Aurora (Mélanie Thierry).

El cine francés lleva mucho tiempo criticando el cine comercial norteamericano pero, a pesar de ello, no pierden ocasión de subirse al carro del mercantilismo y no dudan en sacar obras como esta Babylon A.D. (2008), dispuestas a pelear por un trozo de la tarta de las taquillas, amén de reivindicar el predominio del cine galo en el panorama europeo.

Babylon A.D. se apunta a este tipo de films de ciencia ficción apocalípticos donde el futuro es una gran charca donde todo se soluciona a base de mamporros. El decorado, como se ve, no es demasiado original. Pero lo que sí que permite es dar rienda suelta a una especie de culto a la violencia y a la fuerza física donde Vin Diesel se mueve como pez en el agua. Las muertes violentas, los asesinatos, las peleas, las armas más cañeras, la chulería más teatral y el despliegue de explosiones están asegurados gracias a este ambiente tan recurrente en este tipo de films.

Sin embargo, no todo han de ser disparos, peleas y exhibiciones de armas. Por ello es por lo que el argumento busca una trama que nos motive, una historia con cierta intriga y atractivo que nos mantenga interesados. Y es aquí donde entra en juego el personaje de Aurora, una joven misteriosa de la que no conocemos nada, pero cuyo viaje hasta Nueva York, envuelto en el misterio, será el nudo argumental que nos retenga frente al televisor.

A partir de aquí, un desarrollo más o menos previsible, con un sin fín de peligros que los protagonistas van a ir superando y el evidente acercamiento entre el mercenario y la joven, desde la indiferencia inicial de Toorop hasta su inevitable y previsible implicación para ayudar y proteger a Aurora. Todo demasiado evidente y sin la más mínima sorpresa, salvo quizá que el director decide pasar por alto el tema puramente romántico y entre Toorop y Aurora no llegará a surgir el amor.

Queda por resolver el misterio de quién es Aurora realmente y por qué hay tanta gente detrás de ella. Es decir, justificar todo el monataje con una explicación más o menos convincente. Y aquí de nuevo el guión vuelve a patinar, aunque en verdad que uno se lo llega a esperar, porque en realidad en este tipo de propuestas los que importa es el cómo, nunca el porqué. La explicación final es un tanto confusa y hasta ridícula, aunque sinceramente me importaba demasiado poco ya. Ni una más plausible e inteligente conclusión hubiera salvado la película de ser lo que es realmente: un mero pasatiempo que se asienta en los alardes técnicos de los efectos especiales y una especie de exaltación de la violencia. No hay lugar para grandes problemas personales, ni para diálogos profundos, ni tampoco para desarrollar mínimamente a los personajes. Todo gira en torno en la acción y el espectáculo visual, una feria de efectos especiales y cámaras nerviosas que no quieren darnos ni un minuto de respiro, salvo los meramente necesarios e imprescindibles.

El problema principal es que, tratándose de un film de acción, las escenas de lucha, disparos y persecuciones deberían ser lo mejor de todo. Pues no. Mathieu Kassovitz se deja llevar por lo fácil, que es mover la cámara como un poseso, y el resultado son escenas confusas y un tanto toscas, que desaprovechan precisamente lo que debería ser el palto fuerte de la película: la acción espectacular.

En cuanto al reparto, creo que la elección de Vin Diesel para el papel protagonista es muy acertada, por la presencia física del actor y su tirón a nivel internacional. Sin embargo, el resto del reparto no está a la altura. Mélanie Thierry se limita a prestar su bonito rostro y punto; su interpretación es fría y sin fuerza. Michelle Yeoh tampoco es que resulte especialmente convincente y el resto de secundarios están ahí para aportar su granito en las escenas de acción y poco más. Habría que citar la presencia más o menos decorativa de Charlotte Rampling, Lambert Wilson o Gérard Depardieu, en trabajos más bien breves pero que aportan algo de caché a un reparto un tanto gris.

En definitiva, Babylon A.D. no ofrece nada novedoso. Se trata de una película de acción futurista con sus tópicos y una historia bantante predecible que puede gustar a los fanáticos del cine de acción pura y dura. Para el resto de mortales, un film sin demasiado interés.

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