El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 15 de julio de 2010

Bienvenido Mr. Chance


Última gran interpretación de Peter Sellers, que moriría solamente un año después, Bienvenido Mr. Chance (Hal Ashby, 1979) se basa en la novela del mismo nombre de Jerzy Kosinski, autor también del guión de la película. Dicha novela le había gustado tanto a Sellers que se puso en contacto con Kosinski y terminó por llevarla al cine.

Chance Gardiner (Peter Sellers) es un hombre con una inteligencia muy limitada y analfabeto que ha pasado toda su vida como jardinero al servicio de un hombre adinerado. Su único conocimiento de la vida y el mundo proceden de la televisión, que ve continuamente. Cuando este muere, Gardiner debe abandonar la casa y salir al mundo exterior por primera vez en su vida. A causa de un pequeño accidente, Chance termina en la casa de un millonario (Melvyn Douglas) que pronto le coge mucho afecto.

La historia de Chance, de como un personaje ciertamente retrasado es tomado por un sabio y algo más, pues la ausencia de cualquier dato sobre su pasado despierta las más extrañas conjeturas, por las altas esferas políticas y económicas del país no deja de resultar del todo irreal. Y más aún con un final extraño que no viene sino a subrayar el carácter atípico y surrealista del argumento. Podríamos tomarlo como una especie de cuento y nos deja, eso sí, la puerta abierta a múltiples interpretaciones. Lo que parece evidente es la crítica hacia el mundo de la política y sus retorcidos caminos, que se ve incapaz de ver lo evidente y toma a un hombre insignificante e ignorante por un sabio al que terminan por atribuirle un par de carreras y el conocimiento de no sé cuantos idiomas.

La película mantiene un perfecto equilibrio entre el drama y la comedia, con algunas situaciones realmente logradas basadas en malos entendidos, sobre todo verbales, que consigue llevar la historia de manera ágil y siempre sorprendiéndonos, bien con la risa o con la reflexión.

A destacar la asombrosa interpretación de Peter Sellers, pausado, sencillo, con la mirada de un niño y su misma ingenuidad ante la vida, por la que fue nominado al Oscar. Parece ser que a la hora de componer el personaje Sellers se inspiró en otro cómico legendario: Stan Laurel. Junto a él, también hay que destacar el gran trabajo de Shirley MacLaine, absolutamente maravillosa en su papel de mujer resignada a cuidar a su marido enfermo que parece descubrir una nueva vitalidad al lado de Chance. Melvyn Douglas se llevó el Oscar al mejor actor secundario, único premio que obtuvo la película.

También me gustaría destacar la dirección de Ashby, elegante, con encuadres hermosos donde siempre busca la simetría perfecta, pausada y suave y que le confiere una hermosa estética a la película. 

Un film sin duda original y tierno, curioso y sorprendente y que encierra una bonita historia sobre la vida.

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