El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

viernes, 23 de julio de 2010

Forajidos



Dirección: Robert Siodmak.
Guión: Anthony Veiller (Relato: Ernest Hemingway).
Música: Miklós Rózsa.
Fotografía: Elwood Bredell (ByN).
Reparto: Burt Lancaster, Ava Gardner, Edmond O'Brien, Albert Dekker, Sam Levene, Vince Barnett, Virginia Christine, Charles D. Brown, Jack Lambert, Donald MacBride, Charles McGraw, William Conrad, Phil Brown, Queenie Smith, Jeff Corey, Harry Hayden, Bill Walker.

Forajidos (1946) parte de un relato breve de Ernest Hemingway de 1927, "Los asesinos", y que cubriría la primera parte de la película, hasta el asesinato del Sueco (Burt Lancaster). Luego, Anthony Veiller, el guionista, desarrolla el pasado del Sueco al hilo de la investigación que lleva a cabo el empleado de una compañía de seguros a base de flashbacks. Este procedimiento narrativo nos lleva de inmediato a Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941), cuya estructura se adapta aquí al cine negro. El resultado es magnífico: partiendo de un asesinato, seguimos las pesquisas del agente de seguros para poder esclarecer lo que llevó a dos matones a acribillar a un aparentemente sencillo empleado de una gasolinera que ni intentó escapar. La intriga es pues el motor que tira del relato y que nos mantiene en vilo a lo largo de los ciento cinco minutos que dura la película.

Lo único que recordaba de la primera y lejana vez que vi Forajidos es una escena sin mucha importancia en la que el agente de seguros Riordan (Edmond O'Brien) charla con un policía (Sam Levene), antiguo amigo del Sueco, en el jardín de su casa. Supongo que la recuerdo porque es la única escena luminosa de la película. El resto transcurre casi siempre entre penumbras, de noche o en habitaciones sombrías, creando un ambiente soberbio gracias a una fotografía impecable de Elwood Bredell.

También habría que destacar la maestría de Robert Siodmak a la hora de hilvanar los flashbacks de manera precisa, logrando mantener intacta la emoción del principio y resolviendo maravillosamente un complicado engranaje de personajes y sucesos, traiciones y mentiras sin que lleguemos a perder el hilo de los sucesos.

Capítulo aparte merece el reparto. Si bien Burt Lancaster no es un actor que me guste demasiado, en este caso es la imagen perfecta de un ex-boxeador metido a delincuente y a quién la mujer fatal de turno ha dejado KO desde el primer encuentro. Ella es Ava Gardner, bellísima como nunca, distante y fría, altiva como un felino. No sólo comprendemos al pobre Sueco, sino que desearíamos estar en su piel y poder abrazar y besar a la hermosa Ava, una de la más sensuales y terribles mujeres fatales del cine.

Forajidos es una de las cimas del cine negro, una película que nos atrapa desde el primer minuto y ya no nos deja libres hasta mucho más allá del final. El film sirvió para lanzar al estrellato tanto a Burt Lancaster como a Ava Gardner, hasta entonces una actriz de reparto más.

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