El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 20 de julio de 2010

Sleepers


Hell's Kitchen, en Nueva York, es un barrio de inmigrantes donde la vida no es fácil. Cuatro muchachos de la misma edad, Lorenzo, John, Michael y Tommy, intentan sobrevivir como pueden a los problemas familiares y del barrio. El cura de la parroquia, Robert Carillo (Robert De Niro), intenta ayudarlos en lo que puede para que no se aparten del buen camino. Desgraciadamente, una simple travesura de los chicos termina en un grave accidente y los cuatro amigos terminan confinados en un reformatorio, lo que cambiará sus vidas para siempre.

Sleepers (Barry Levinson, 1996) está basada en el best seller autobiográfico del mismo título de Lorenzo Carcaterra, con guión del propio Levinson, y cuenta una historia terrible sobre abusos a menores y una crítica feroz, como no podía ser de otra manera, del mundo de los reformatorios.

Sin duda, uno de los puntos fuertes de Sleepers reside en un guión impecable, con ritmo, con momentos de gran intensidad, pero sin caer en dramatismos excesivos, y sobre todo en el que se evita muy acertadamente mostrar los momentos más escabrosos de manera explícita. Levinson se limita a insinuarlos y es nuestra imaginación la que debe completar la escena y no sólo es un detalle elegante, sino que resulta quizá mucho más eficaz, al modo del cine clásico. En este sentido, hay que valorar como se merece la manera de Levinson para contarnos la historia: siempre elegante, sencilla y muy eficaz a la hora de trasmitirnos el drama que han vivido esos muchachos y siempre dentro de unos límites aceptables, evitando cargar las tintas en una historia que sin duda se podría prestar a ello.

También se plantea un interesante dilema sobre si está justificada una mentira para dejar libres a dos asesinos cuando el asesinado es la persona que los torturó de niños. La respuesta, en este caso, la dicta nuestro corazón, que se alegra sinceramente cuando el padre Carillo miente en el estrado. Pero hay muchos otros momentos maravillosos, tristes y conmovedores en Sleepers, como cuando Lorenzo "Shakes" (Jason Patric) confiesa al cura lo que realmente tuvieron que soportar en el reformatorio o cuando el mismo Lorenzo reza con el rosario en la mano mientras se le vienen a la memoria tristes recuerdos del reformatorio.

Otro de los punto fuertes reside en un reparto espectacular encabezado por un sobresaliente Robert De Niro, en la línea de sus mejores trabajos, y el genial Dustin Hoffman, un actor por el que siento debilidad. Pero es que también tenemos a un convincente Vittorio Gassman junto a los actores jóvenes, como Brad Pitt o Kevin Bacon, que están también sobresalientes.

Sleepers es un film notable y conmovedor, con la fuerza de una historia realmente espeluznante contada de manera muy delicada y eficaz. Merece la pena.

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