El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 27 de julio de 2010

Sucedió una noche



Dirección: Frank Capra.
Guión: Robert Riskin (Historia: Samuel Hopkins Adams).
Música: Louis Silvers.
Fotografía: Joseph Walker (B&W).
Reparto: Clark Gable, Claudette Colbert, Walter Connolly, Roscoe Karns, Jameson Thomas, Ward Bond, Eddy Chandler, Arthur Hoyt, Alan Hale.

Ellen Andrews (Claudette Colbert) es la caprichosa hija de un millonario que, enfrentada a su padre por su reciente matrimonio con un cazafortunas, huye de casa para reunirse en Nueva York con su marido mientras su padre se lanza a su búsqueda. En el autobús que la lleva a Nueva York conocerá a Peter Warne (Clark Gable), un periodista que acaba de ser despedido de su periódico y que verá en "Ellie" Andrews la ocasión de hacer un gran reportaje.

Con Sucedió una noche (1934), no estamos con el Frank Capra moralizante, sino que se trata esta vez de una sencilla la comedia romántica; y la hace de un modo tan brillante que sentará las bases de las futuras comedias románticas. La película se basa en el relato corto "Night bus" (1933) de Samuel H. Adams, publicado en la revista Cosmopolitan.

Dos son los pilares que hacen de Sucedió una noche un film redondo. El primero, el guión. Escrito por Robert Riskin, es un prodigio de sentido común, coherencia y buen humor. En la comedia, tener un buen guión es básico para que la historia funcione y enganche y divierta. Acostumbrados como estamos a comedias donde se fuerzan las situaciones de manera bastante torpe, sorprende y reconforta ver un trabajo tan bien hecho, donde las cosas suceden de manera plausible. Por ejemplo, el malentendido que propicia que Ellen vaya a casarse por la iglesia con su marido, renunciando a Peter, se presenta del modo más natural del mundo, con lo que no nos cuesta nada participar del desengaño de los enamorados. También resulta natural el modo en que se conocen y como la conveniencia los hace ayudarse mutuamente. O la manera como Peter logra librarse del chantajista haciéndose pasar por un gangster. Al lado de esta historia tan bien hilvanada, los diálogos resultan siempre acertados, sorprendentes y muy agudos.

El segundo pilar es la pareja protagonista. Realmente Clark Gable está genial en su papel, lo mismo que Claudette Colbert como niña mimada y un tanto inocente.

Y encima, tenemos a Capra dirigiendo la orquesta, con ese estilo sencillo pero tan eficaz que logra mantener el interés y el ritmo sin dejar que haya momentos muertos o escenas de relleno. Dosifica muy bien los tiempos, sabe jugar con los detalles, en especial con la famosa "muralla de Jericó", para hacernos cómplices de la historia, y logran tensar la situación de enfrentamiento entre Peter y Ellen hasta el máximo posible, jugando con el clímax de manera prodigiosa.

Como detalle anecdótico, señalar la caída de ventas de la camiseta interior masculina al constatar el público que Clark Gable no la usaba. Años después, sería Marlon Brandon quién la pusiera de nuevo de moda al pasearse con ella ceñida al cuerpo en Un tranvía llamado deseo (Elia Kazan, 1951).

Sucedió una noche fue la primera película de la historia en ganar los cinco Oscars principales: mejor película, dirección, actor principal, actriz principal y guión y aún hoy en día es un film maravilloso y una gran comedia que sigue funcionando como el primer día.

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