Dirección: Sam Wood.
Guión: Robert Pirosh, George Seaton y George Oppenheimer.
Música: Walter Juran, Bronislau Kaper y Franz Waxman.
Fotografía: Joseph Ruttenberg.
Reparto: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Margaret Dumont, Allan Jones, Maureen O'Sullivan, Sig Ruman, Douglass Dumbrille.
En realidad, como es habitual en cualquier película de los Marx, el argumento de Un día en las carreras (Sam Wood, 1937) carece en sí de importancia y es un mero marco donde desatar las locuras de estos originales cómicos.
Esta vez, es a la directora de un sanatorio al borde de la ruina, Julia (Maureen O'Sullivan), a quienes prestan su ayuda los Hermanos Marx para intentar conseguir el dinero necesario con el que hacer frente a las deudas y evitar que un odioso hombre de negocios, Mr. Morgan (Douglass Dumbille), se haga con el sanatorio y lo transforme en un casino.
Un día en las carreras contiene algunos de los momentos más graciosos que han dado las películas de los Marx. En su línea del absurdo y el caos, secuencias como el reconocimiento de la señorita Emily Upjohn (Margaret Dumont), el timo de las guías para apostar a los caballos o el sabotaje de la conferencia a Florida por parte de Groucho son de lo mejorcito del film. También abundan las frases geniales, siempre absurdas, en su mayoría obra del Doctor Hackenbush (Groucho): "Si me acerco más a usted voy a salir por la espalda", "Por usted le haría el amor a un cocodrilo" o "En realidad soy veterinario, pero cásate conmigo y no miraré a otro animal".
Como en casi todas las películas de los Hermanos Marx, no faltan los números musicales. En este caso son bastantes y de una duración considerable. Algunos, como el número acuático, acusa el paso del tiempo, si bien se salva la parte final en que Groucho baila alternativamente con la señorita Emily y la rubia peligrosa, en otro gran momento del film. Otros son más originales, como la transformación del piano en arpa y el de los negros, el mejor, lo que motivó que la película fuera nominada a un Oscar por la coreografía. Habrá quienes disfruten de estos momentos, pero en mi opinión suponen un corte demasiado brusco en el desarrollo de la historia y para mí son un lastre para el ritmo de la película.
Salvando este detalle, Un día en las carreras es una muy buena comedia, de lo mejorcito de los Marx y de nuevo, como en Una noche en la ópera (1935), a las órdenes de Sam Wood, lo que viene a demostrar la importancia de contar con un buen director, independientemente de la comicidad de los Marx.
Esta vez, es a la directora de un sanatorio al borde de la ruina, Julia (Maureen O'Sullivan), a quienes prestan su ayuda los Hermanos Marx para intentar conseguir el dinero necesario con el que hacer frente a las deudas y evitar que un odioso hombre de negocios, Mr. Morgan (Douglass Dumbille), se haga con el sanatorio y lo transforme en un casino.
Un día en las carreras contiene algunos de los momentos más graciosos que han dado las películas de los Marx. En su línea del absurdo y el caos, secuencias como el reconocimiento de la señorita Emily Upjohn (Margaret Dumont), el timo de las guías para apostar a los caballos o el sabotaje de la conferencia a Florida por parte de Groucho son de lo mejorcito del film. También abundan las frases geniales, siempre absurdas, en su mayoría obra del Doctor Hackenbush (Groucho): "Si me acerco más a usted voy a salir por la espalda", "Por usted le haría el amor a un cocodrilo" o "En realidad soy veterinario, pero cásate conmigo y no miraré a otro animal".
Como en casi todas las películas de los Hermanos Marx, no faltan los números musicales. En este caso son bastantes y de una duración considerable. Algunos, como el número acuático, acusa el paso del tiempo, si bien se salva la parte final en que Groucho baila alternativamente con la señorita Emily y la rubia peligrosa, en otro gran momento del film. Otros son más originales, como la transformación del piano en arpa y el de los negros, el mejor, lo que motivó que la película fuera nominada a un Oscar por la coreografía. Habrá quienes disfruten de estos momentos, pero en mi opinión suponen un corte demasiado brusco en el desarrollo de la historia y para mí son un lastre para el ritmo de la película.
Salvando este detalle, Un día en las carreras es una muy buena comedia, de lo mejorcito de los Marx y de nuevo, como en Una noche en la ópera (1935), a las órdenes de Sam Wood, lo que viene a demostrar la importancia de contar con un buen director, independientemente de la comicidad de los Marx.
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