Dirección: Kim Jee-Woon.
Guión: Jeffrey Nachmanoff y Andrew Knauer.
Música: Mowg.
Fotografía: Ji-yong Kim.
Reparto: Arnold Schwarzenegger, Forest Whitaker, Eduardo Noriega, Johnny Knoxville, Luis Guzman, Peter Stormare, Jaimie Alexander, Rodrigo Santoro, Génesis Rodriguez, Zach Gilford, Harry Dean Stanton.
Ray Owens (Arnold Schwarzenegger), tras trabajar en la unidad de narcóticos de la Policía de Los Ángeles, se ha refugiado en Sommerton, una pequeña población cerca de la frontera de México, donde ejerce como shérif. Sin embargo, su tranquilidad se verá completamente perturbada cuando un peligroso narcotraficante intente huir a México pasando por Sommerton.
Tras una etapa centrado más en la política que en su profesión, Schwarzenegger volvió al cine con Los mercenarios 2 (Simon West, 2012). Con El último desafío (2013) confirmaba que su regreso era real.
La película le permitía seguir interpretando esos papeles de tipo duro marca de la casa, con el buen criterio por parte de los guionistas de presentar a un héroe entrado en años y que sabe aprovechar esa circunstancia para hacer un par de bromas con el tema de la edad. Pero, aún así, él es el héroe indiscutible: un shérif con un pasado glorioso que aún conserva gran parte de su valor, inteligencia e integridad. Atributos que tendrá que desempolvar y sacar a relucir cuando su vida tranquila, en uno de esos pueblos donde nunca pasa nada, se vea alterada por la presencia de una banda de narcotraficantes. Con la precaria colaboración de unos ayudantes poco preparados, Owens se verá enfrentado a una situación límite.
El argumento de El último desafío no ofrece demasiadas novedades: un capo de la droga escapa cuando el FBI lo traslada e intentará llegar a México pasando por una pequeña población olvidada. Mientras el FBI se lanza en su persecución, sin éxito, el shérif de esa localidad ha de hacer frente a su banda, que le prepara el camino, y esperar que llegue para intentar detenerlo. La película está enfocada 100% al entretenimiento puro y duro a base de persecuciones, peleas, muertes y heroicidades varias. El guión está salpicado además de las típicas bromas que aportan algo de humor a la acción, nada que no se haya explotado ya hasta la saciedad. Como se ve, nada nuevo bajo el sol.
En el fondo, la película no deja de ser un western que a veces nos puede recordar a Río Bravo (Howard Hawks, 1959), especialmente en el tramo final, con la calle del pueblo vacía y polvorienta y los dos bandos enfrentados en una lucha desigual. Y es que el género del western, a pesar de languidecer desde hace tiempo, ha creado una iconografía y un estilo del que beben sin sonrojo gran parte de los films de acción actuales.
Visto todo lo anterior, ¿merece la pena ver El último desafío? Pues a los seguidores de Schwarzenegger y a los amantes de este tipo de películas, seguro que no les defraudará. Para empezar, las escenas de acción son espectaculares; algunas muy brillantes, otras no pueden escapar a esa tendencia a la fantasmada tan en boga actualmente, pero aún así funcionan y cumplen su cometido de mantener nuestra atención y sacarnos algún gesto entre sorpresa e incredulidad. Los personajes no son nada del otro mundo, es cierto, siendo éste quizá el punto en que más flojea la historia. Y aún así, hay algunos momentos conmovedores y en general los malos funcionan bien en su rol y a los buenos les acabas cogiendo algo de cariño.
Lo que no me gustó demasiado es un par de secuencias en que el director cae en las típicas fantasmadas chulescas que me parecen adornos innecesarios, que se hacen más para la galería que como aporte necesario e inteligente a la trama. Es más, en este punto el director desaprovecha el potencial dramático de algunos momentos al introducir estas notas entre humorísticas y macarras.
El reparto me pareció muy acertado, sobre todo del lado de los villanos, con un Eduardo Noriega convincente y un magnifico Peter Stormare, siempre acertado. Y naturalmente, Arnold, con suficiente presencia aún como imponer su figura pétrea y hacer un shérif más que convincente y contundente.
Kim Jee-Woon demuestra mano firme en la dirección, en especial con unas escenas de persecuciones, muy logradas y espectaculares. Y en un producto de esta clase es lo que se necesita y hasta lo que pide el cuerpo. Sin necesidad de recurrir a cámaras temblorosas o montajes eléctricos, sabe como crear imágenes impactantes y tiroteos espectaculares.
En definitiva, una película que no pretende más que hacernos pasar un rato entretenido a base de los elementos típicos del cine de acción. Sin llegar a cotas de excelencia, el una película que cumple con lo que se espera de ella.
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