El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 21 de febrero de 2016

La cosecha de hielo



Dirección: Harold Ramis.
Guión: Robert Benton y Richard Russo (Novela: Scott Phillips).
Música: David Kitay.
Fotografía: Alar Kivilo.
Reparto: John Cusack, Billy Bob Thornton, Connie Nielsen, Randy Quaid, Oliver Platt, Mike Starr, Lara Phillips, Brad Smith, Ned Bellamy, Bill Noble.

La víspera de Navidad, en Wichita, Charlie Arglist (John Cusack), abogado de la mafia, y su cómplice Vic Cavanaugh (Billy Bob Thornton) le roban más de dos millones de dólares al jefe de Charlie, Bill Guerrard (Randy Quaid), el capo de la mafia de Kansas City. El plan es hacer como si no pasara nada hasta la noche, en que huirán con el botín.

Película de cine negro, La cosecha de hielo (2005) funciona razonablemente bien, y eso es lo malo: con los mimbres iniciales tengo la impresión que se hubiera podido hacer un mejor cesto.

La historia cuenta con todos los elementos clásicos del cine negro: una historia con perdedores, esencialmente Charlie, un tipo un tanto indeciso y bastante perdido; un suculento botín; mafiosos estafados en busca de venganza y una atractiva mujer fatal (Connie Nielsen) al acecho. Nada más sencillo, en teoría, que manejar todos estos ingredientes con inteligencia y ya tenemos una buena película.

Pero no, parece que los guionistas decidieron irse por las ramas, jugar al despiste y enredar más de lo debido. El resultado: la historia no engancha, no como debiera. Y el motivo es que al argumento le falta intriga, no consigue explotar convenientemente los elementos de la trama para engancharnos a los avatares del protagonista. En lugar de urdir una trama donde prime la tensión, el guión juega un tanto al despiste, deja la intriga sin concretar y solo se adentra de lleno en ella cuando toca afrontar el desenlace. Pasamos gran parte del film esperando a ver cómo se concretan las cosas, intentando adivinar de qué van los personajes, sin saber si Charlie corre peligro realmente, si Vic es de fiar o no. Incluso Renata (Connie Nielsen) no se muestra en realidad como la mujer fatal que es hasta los últimos instantes de la película, desperdiciándose así gran parte de su potencial como personaje. Para colmo, el guión se saca de la manga un intermedio en el que Charlie ayuda a su amigo Pete (Oliver Platt), borracho como una cuba, a volver a casa. Y no es que este desvío no aporte escenas interesantes a la película, pero vuelve a añadir más confusión a la historia y, sobre todo, no ayuda a desarrollar la intriga, más bien todo lo contrario. Me dio incluso la impresión de que los guionistas, para darle algo más de cuerda a un argumento muy conciso, desarrollaban esta sub-trama para alargar la duración de la cinta.

Eso sí, el guión se decanta por trufar la película de humor negro y algunos detalles truculentos, unos recursos que personalmente agradezco, pues creo que aportan bastante a la película, si bien al final tenía la sensación de que se estaba copiando sin disimulo el estilo de las películas de los hermanos Coen, con un resultado un tanto inferior.

En cambio, lo que me pareció todo un acierto es el reparto. John Cusack me parece un actor excepcional y de nuevo hace un trabajo brillante. También me gusta mucho Billy Bob Thornton, si bien en este caso su papel es menor. Oliver Platt y Randy Quaid son dos secundarios de lujo y Connie Nielsen está hermosísima y tremendamente seductora. En definitiva, lo mejor de la película es sin duda el reparto.

Lástima, por tanto, que el guión no se centrase más en la trama, explotando mejor el peligro, la intriga y la tensión de la historia, dejando solo para el final la definición de todos los elementos insinuados antes. Si incluso con estos defectos enunciados la película resulta interesante, imagino lo que sería afinando mejor el argumento y sacando todo el potencial a la historia y a los protagonistas.

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