El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 13 de febrero de 2016

La casa al final de la calle



Dirección: Mark Tonderai.
Guión: David Loucka y Jonathan Mostow.
Música: Theo Green.
Fotografía: Miroslaw Baszak.
Reparto: Jennifer Lawrence, Elisabeth Shue, Max Thieriot, Nolan Gerard Funk, Gil Bellows, Krista Bridges, Allie MacDonald, James Thomas, Jonathan Malen, Jon McLaren, Joy Tanner.

Elissa Cassidy (Jennifer Lawrence) y su madre (Elisabeth Shue) dejan Chicago y se mudan a una pequeña localidad buscando cambiar de vida. Alquilan una hermosa casa en medio del bosque a muy buen precio, y es que cerca de ella está una casa donde cuatro años atrás se cometieron unos terribles asesinatos, lo que ha devaluado los precios en la zona.

Cuando terminas de ver La casa la final de la calle (2012) hay unas cuantas preguntas que luchan en tu cabeza por encontrar una respuesta. Una de ellas es cómo Jennifer Lawrence se prestó ha hacer esta película; el porqué es un contrato que había firmado la actriz antes de convertirse en toda una estrella. Y por "culpa" de ella es que me encontré tragándome esta película tan poco estimulante.

Otra de mis dudas era: ¿cómo es posible a estas alturas seguir haciendo películas tan poco originales como ésta, repitiendo tópicos en un guión plano y rutinario? A esta pregunta sí que no tengo respuesta.

Y es que el argumento de La casa al final de la calle está tan manoseado, se ha visto ya tantas veces que uno ha de frotarse los ojos para convencerse de que lo que está viendo es real. ¿Un asesino psicópata bajo una apariencia de corderillo?, ¿un joven traumatizado por una infancia difícil, con unos padres terribles? Empezando por Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960), cuyo plano final copia descaradamente Mark Tonderai, estas tramas han aparecido en infinidad de films de terror, por lo que el argumento de La casa al final de la calle nos sorprende por su absoluta falta de originalidad y su nula intención de disimular tal detalle.

Además, los personajes son del todo planos, la intriga es mínima (aún así, es lo único que puede justificar que no apaguemos el televisor, esperando algo sorprendente en el desenlace, lo que nunca sucede), la tensión inexistente, el miedo no aparece por ningún lado, las sorpresas... pues tampoco, porque estamos ya tan escaldados con las mentiras de los guionistas, con sus engaños convertidos ya en parte indispensable de la historia, que uno se espera ya cualquier truco, por lo que cuando éstos llegan, inevitablemente, no podemos dejar de sonreír para nuestros adentros, entre la auto satisfacción y la resignación. Y es que tratándose de un guión tan vulgar, los trucos no podían sino seguir esa misma tónica.

Pero ya no es solamente eso, sino que incluso el desenlace, el supuesto momento álgido de la película, cuando más tensión deberíamos pasar, cuando tendríamos que asistir a las escenas más intensas, es sin lugar a dudas lo peor de toda la cinta: no solo por previsible, sino por la torpeza con la  que está filmado, lo estúpido del comportamiento final de Elissa y la vulgaridad manifiesta en la que está planificado y desarrollado, pareciendo casi un insulto a nuestra paciencia.

Lo único realmente salvarle de todo este despropósito es la presencia de Jennifer Lawrence, y no por aparecer realmente hermosa, que lo está, sino porque consigue dar credibilidad y solvencia a su personaje en medio de tanta tontería y tanta banalidad. El talento de esta actriz es manifiesto y es lo único salvable de esta película.

No hay comentarios:

Publicar un comentario