El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 5 de julio de 2018

Enfrentados



Dirección: David Von Ancken.
Guión: David Von Ancken y Abby Everett Jaques.
Música: Harry Gregson-Williams.
Fotografía: John Toll.
Reparto: Pierce Brosnan, Liam Neeson, Michael Wincott, Anjelica Huston, Xander Berkeley, Ed Lauter, Tom Noonan, Angie Harmon, John Robinson, Robert Baker, Wes Studi.

Varios años después de terminar la Guerra Civil, el coronel confederado Morsman Carver (Liam Neeson) contrata a varios hombres para que le ayuden a atrapar a Gideon (Pierce Brosnan), del que ha jurado vengarse.

Siempre me gustó el western. Es el cine que mejor identifico con mi infancia y mis primeras visitas, fascinado, al cine en sesión de tarde. Por eso, siempre estoy predispuesto a darle una oportunidad a cualquier película que, ocasionalmente, da nueva vida a un género en coma. Imagino que ha pasado de moda, ya no es su momento. Otros géneros, que han cambiado caballos por coches, se han apropiado de sus reglas, modernizando sus claves y su épica. Pero, para mí, el western es el western y agradezco cualquier intento honesto de homenajearlo.

Dicho lo cuál, Enfrentados (2006) me dejó un sabor extraño. Disfruté durante muchos minutos con este regreso a las montañas, los revólveres, los caballos y los ajustes de cuentas. Sin embargo, poco a poco el guión parece ir perdiendo el norte y desemboca en algo extraño y un poco surrealista.

La historia, sin embargo, no puede empezar mejor: un hombre es perseguido por un grupo de pistoleros sin que sepamos el motivo. Algunos destellos van dejando pistas muy vagas y, mientras, el cazador tiene que huir, herido, sin saber quién lo persigue ni porqué.

Esta, sin duda, es la mejor parte de la historia. El director consigue crear un clima de intriga y peligro que nos mantiene pegados al sofá, entre fascinados y expectantes. Lo único que me pareció algo excesivo es cierto gusto por algunos detalles un tanto desagradables que hubieran podido evitarse.

Creo que esta economía de medios, sin aclarar el motivo de la cacería humana y con unos diálogos mínimos, pero suficientes, constituyen lo mejor de Enfrentados.

Sin embargo, conforme avanza la película vamos sintiendo que alargar la persecución con diversos personajes que se van cruzando con los protagonistas no hace más que debilitar la intriga. Algunas escenas parecen prescindibles, pues no llegan a aportar nada interesante. En otros momentos tenemos la impresión de que la persecución se alarga sin añadir ningún elemento nuevo. Es verdad que mantener la tensión y la emoción de la primera parte, en las montañas, parece complicado, pero por ello quizá lo más acertado habría sido no prolongar sin motivo la persecución.

Después, cuando finalmente conocemos los motivos del coronel para odiar a Gideon, la explicación nos resulta tan banal que desmonta un poco la intriga del comienzo, como si hubiéramos estado esperando algo mucho más original que lo propuesto.

Además, hay un par de detalles curiosos que después nos explican el desenlace. A lo largo de todo el film vamos viendo que ni Gideon ni Carver son malas personas. Gideon está atormentado por el pasado y llora en la noche por un dolor que no lo deja descansar. Carver es un hombre justo, no un loco cegado por el odio. Y cuando descubrimos el motivo del odio de Carver, comprendemos también que Gideon, en realidad, no es responsable de la tragedia, al menos conscientemente.

Es decir, el argumento nos muestra que ninguno de los dos es mala persona, de ahí el final. Pues no debemos olvidar que , en general, la moral interna de Hollywood exige que los malos terminen pagando por sus pecados. Y si no hay malos...

Y así llegamos al final de Enfrentados, que no sé muy bien como catalogar. Quizá el mejor adjetivo que le aplicaría sería surrealista. Desde mitad del film, la persecución empieza a tomar tintes extraños, con acontecimientos y encuentros curiosos que por momentos favorecen al cazador y, luego, al cazado. Se alarga el desenlace innecesariamente y la película sufre un bajón tremendo en intensidad y coherencia. Escenas como la del indio en la charca de agua o el caballo muerto me parecieron casi cómicas.

Pero la guinda del pastel tiene lugar en el desierto, con la aparición de Anjelica Huston. Es un giro extraño y que no tiene aparentemente ninguna justificación más que el deseo del guión de aportar esa presencia curiosa. Si en ese momento el director hubiera hecho aparecer un platillo volante seguro que también se le podría buscar alguna explicación. Para mí, sinceramente, me pareció un despropósito, un punto y final a una historia que, de un comienzo esperanzador, terminó perdida en sus propios excesos e incongruencias.

Nada que decir del reparto. Creo que Pierce Brosnan es un actor enorme, capaz de hacerlo todo bien. Y si es verdad que no parece que el western sea el género con el que mejor lo identificamos, su interpretación no admite ningún pero. Como tampoco la de Liam Neeson, otro actor solvente donde los halla. Y los secundarios también dan la talla sin complejos.

Así que el problema no es de reparto ni ambientación ni género, sino de un guión que va perdiendo el norte y que, en el desenlace, roza lo absurdo. Y lo peor es que no termino de explicarme el por qué.

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