El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 22 de julio de 2018

Sleepy Hollow



Dirección: Tim Burton.
Guión: Andrew Kevin Walker (Novela: Washington Irving).
Música: Danny Elfman.
Fotografía: Emmanuel Lubezki.
Reparto: Johnny Depp, Christina Ricci, Miranda Richardson, Michael Gambon, Casper Van Dien, Marc Pickering, Richard Griffiths, Ian McDiarmid, Christopher Walken, Christopher Lee, Martin Landau.

Nueva York, 1799. El agente de policía Ichabod Crane (Johnny Depp), férreo defensor de los métodos de investigación científicos modernos, es enviado a un pequeño pueblo llamado Sleepy Hollow para investigar unos extraños crímenes que tienen una cosa en común: a las víctimas les han cortado la cabeza.

Sin duda, una de las características del cine de Tim Burton es que no se ajusta a los cánones habituales. Ello hace de sus películas algo diferente, que pueden gustarte muchísimo o todo lo contrario, pero seguro que no te dejan indiferente. Sin ser un admirador de este director, he de reconocer que Sleepy Hollow (1999) me parece un film especial, lleno de grandes cualidades.

El punto fuerte de la película es su inteligente guión a cargo del guionista de Seven (David Fincher, 1995), que vuelve a demostrar su talento para crear historias poderosas. Pero el guión no renuncia tampoco a la parodia, el humor negro y algunas sorpresas. El lograr que todo funcione sin fisuras es sin duda el punto más destacable del trabajo de Andrew K. Walker.

Es evidente que la investigación sobre los macabros asesinatos en Sleepy Hollow aporta un punto de interés innegable. Se trata de resolver un misterio, con lo atractivo que siempre resulta esto. Sin embargo, lo novedoso es ese toque mágico, sobrenatural de los crímenes, pues los habitantes del pueblo acusan de los asesinatos a un misterioso caballero sin cabeza que, teóricamente, ha muerto hace más de treinta años. Lógicamente, el racional y metódico agente Crane se niega a aceptar semejante disparate, al igual que la mayoría de los espectadores sensatos. Lo gracioso y sorprendente es que esa es la verdad, con lo que la historia adquiere una nueva dimensión, dejándonos, como al racional detective, más desconcertados que nunca.

Sin duda, este toque irracional es el punto fuerte de la historia, que deja de ser solamente un film policíaco para adquirir toques fantásticos. Pero Tim Burton no se contenta con esto. Fiel a una imaginación desbordante, le aporta al relato unos toques de humor muy oportunos, que convierten al héroe de la historia en un ser desconcertado, miedoso y superado por cuanto le rodea, lo mismo que los espectadores. Puede que estos detalles de humor, para algunos, rompan el clímax dramático del relato. Pero también es verdad que aportan un elemento más de sorpresa, humanizando al detective que, a su vez, resulta un tanto ridículo con sus estrambóticos aparatos de investigación. Es una manera de burlarse de la ciencia y abrazar el misterio de los cuentos de brujas, muertos vivientes y supersticiones. Sin duda, un punto de romanticismo muy original.

Y para que no falte nada, el director no se ahorra escenas macabras que convierten la película en un film de terror, si bien tan original que uno valora en su medida la inteligencia con que esos detalles sangrientos se integran y realzan la historia, dejando de ser meros adornos o simples detalles vomitivos, como suele ser habitual en las películas de terror al uso.

Quizá la parte de la historia que se queda menos definida y resulta además poco convincente, es la historia de amor entre el detective y la joven Katrina (Christina Ricci), tal vez por no dedicarle el guión el tiempo suficiente ni por apreciar una especial química entre Depp y Ricci. En todo caso, dentro de la historia, no deja de ser un pequeño añadido sin demasiado peso específico.

Sleepy Hollow cuenta con un atractivo añadido, al menos para mí, como es la presencia de Johnny Depp en el papel principal. Creo que es un actor idóneo para ese rol, aparte de sentir predilección por su naturalidad, frescura e incuestionable talento.

Una de las señas de identidad del director queda patente en la ambientación que, por supuesto, merece un comentario aparte. Las casas del pueblo, los espantapájaros en los campos, las calabazas, la niebla, el bosque amenazador, la bruja, la casa de Crane cuando era niño, el árbol tumba... todo ello es un ejercicio perfecto para crear un decorado que resalta el relato y le da una dimensión irreal, amenazadora y onírica.

Parece que Tim Burton quiso rendir un homenaje a las películas de terror de la productora británica Hammer, con ese aire misterioso, gótico y algo decadente, el gusto por la sangre y mujeres de pronunciados escotes. Además, por si todo ello no fuera suficiente, la presencia de Christopher Lee vendría a reforzar esa idea.

Sin duda alguna, estamos ante un relato que nos atrapa desde el principio, por su misterio, su fuerza, sus detalles espeluznantes, su protagonista ... una historia que en manos de otro director habría sido quizá más prosaica y que con Tim Burton se convierte en una experiencia surrealista, cautivadora, divertida y espeluznante. Un coctel maravilloso de terror, humor y misterio.

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