Dirección: John Michael McDonagh.
Guión: John Michael McDonagh.
Música: Calexico.
Fotografía: Larry Smith.
Reparto: Brendan Gleeson, Don Cheadle, Mark Strong, Liam Cunningham, Fionnula Flanagan, David Wilmot, Katarina Cas, Rory Keenan, Dominique McElligott, Sarah Greene, Pat Shortt, Laurence Kinlan, Owen Sharpe, Gary Lydon, Darren Healy, Míchaél Óg Lane.
Gerry Boyle (Brendan Gleeson), un sargento de policía irlandés muy peculiar, tendrá que colaborar con el agente del FBI Wendell Everett (Don Cheadle), que se desplaza a Irlanda siguiendo la pista de unos narcotraficantes.
Ópera prima del director donde demuestra su originalidad a la hora de escribir un guión irreverente y ácido. Sin duda, un descubrimiento.
El acierto del guión de El irlandés (2011) es saber dar un toque diferente a un esquema muy visto: dos policías totalmente diferentes obligados a entenderse en medio de una operación de drogas. Quizá el problema sea el desequilibrio en el dibujo de los dos protagonistas; mientras el personaje de Boyle es todo un acierto (policía de pueblo putero, bebedor, racista y de vuelta de todo), su compañero Everett se queda en un mero boceto, sin llegar a cobrar verdadera identidad.
Sin embargo, ello no impide que estemos ante una comedia negra muy interesante, donde algunas secuencias y la mayoría de los diálogos alcanzan cotas muy altas. Lógicamente, es muy complicado mantener ese nivel a lo largo de todo el film y algunos momentos, como la parte de Boyle con su madre enferma, no terminan de cuajar al mismo nivel, lo que provoca que el fluir de la historia tenga ligeros bajones.
Brendan Gleeson, eso sí, borda su papel y compone un personaje extraño, excesivo y con un punto desagradable que, sin embargo, nunca cae en lo vulgar o lo grotesco, a pesar de jugar con ciertos límites que nunca sobrepasa. Tal vez un ejemplo de humor irreverente pero sin perder elegancia y mesura, algo de lo que podría tomar nota Santiago Segura y el cine español en general. Culturas distintas, sin duda, pero el mal gusto no tiene porqué convertirse en norma.
Otra virtud de El irlandés es la magnífica coreografía de secundarios que completan este universo tan peculiar en que nos introduce John M. McDonagh, que no solamente arropan la trama principal, sino que aportan también su dosis de comicidad, incluso cuando algunos de estos personajes tan solo aparecen durante muy breves instantes, lo que habla muy bien de un guión que no ha dejado nada al azar.
Sin duda, una grata sorpresa dentro del cine actual. Le faltan algunos detalles para convertirse en una gran película pero, aún con sus límites, El irlandés es una experiencia muy gratificante.
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