El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 13 de diciembre de 2022

Espíritu de conquista



Dirección: Fritz Lang. 

Guión: Robert Carson (Novela: Zane Grey).

Música: David Buttolph.

Fotografía: Edward Cronjager y Allen M. Davey.

Reparto: Robert Young, Randolph Scott, Dean Jagger, Virginia Gilmore, John Carradine, Slim Summerville, Chill Wills, Barton MacLane, Russell Hicks, Victor Kilian.

Vance Shaw (Randolph Scott), un forajido que huye de la justicia, ayuda a Edward Creighton (Dean Jagger), ingeniero de la Western Union, al que encuentra herido. Poco después, Edward lo contrata como vaquero en el tendido de la línea telegráfica entre Omaha y Salt Lake City. 

Segundo western de los tres dirigidos por Fritz Lang, Espíritu de conquista (1941) es un más que notable film por desgracia no demasiado conocido.

Con el telón de fondo de un hecho histórico, el tendido del telégrafo por tierras del Oeste americano, Lang construye un sólido drama centrado sobre todo en el personaje de Vance, un hombre de oscuro pasado del que solamente conocemos indicios, que gracias al trabajo que se le ofrece en la Western Union y su enamoramiento de Sue (Virginia Gilmore), la hermana de su jefe, busca la manera de redimirse y dejar atrás su pasado. 

El acierto del guión reside en la perfecta unión entre la parte histórica del tendido del telégrafo, los toques de humor, muy presentes a lo largo de toda la cinta, aunque a veces algo infantiles, y el retrato íntimo de Vance, sumido en un mar de dudas y el peso de su pasado. Vance enfrenta viejas lealtades, lazos muy íntimos, que se desvelan al final, y sus propias convicciones a su deber como empleado de la Western Union, su deseo de regeneración y su amor por Sue. Una lucha en la que parece no encontrar salida digna.

La inteligencia del guión nos oculta hasta el final el importante detalle de que el jefe de esa banda es en realidad Jack (Barton MacLane), el hermano de Vance. La revelación repentina de este hecho confiere de pronto a la historia un punto de dramatismo extra que refuerza todo el discurso anterior sobre el comportamiento de Vance al tiempo que añade un punto más de tensión al impresionante final.

De nuevo comprobamos como el partir de un guión bien trabajado es la clave para construir un film poderoso. Si además añadimos el buen hacer de Fritz Lang, con un uso muy hermoso y expresivo de primeros planos y un acierto evidente en las escenas de acción, con especial atención al incendio en el campamento de la Western Union y el magnífico duelo final, tenemos como resultado un western clásico de gran altura.

Randolph Scott, además, está impresionante en su papel. Con una estimable economía de gestos, Scott sabe transmitir las dudas de su personaje y cómo está atormentado por un pasado, que querría poder borrar para emprender una vida nueva al lado de Sue, al tiempo que ofrece una imagen pétrea de tipo duro perfecta.

Un buen western de su etapa clásica, muy recomendable no solamente para amantes del género, sino para todos aquellos enamorados del cine americano de su etapa dorada, cuando las películas eran como tenían que ser.

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