El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 6 de diciembre de 2022

The Artist



Dirección: Michel Hazanavicius.

Guión: Michel Hazanavicius.

Música: Ludovic Bource.

Fotografía: Guillaume Schiffman (B&W).

Reparto: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, James Cromwell, Penelope Ann Miller, Malcom McDowell, Missi Pyle, Beth Grant, Ed Lauter, Joel Murray, Ken Davitian, John Goodman. 

1927, George Valentin (Jean Dujardin), una estrella del cine mudo, ayudará a la joven Peppy Miller (Bérénice Bejo) en sus comienzos como actriz. Con la llegada del sonoro, Valentin ve como declina su fama mientras Peppy va ascendiendo de manera imparable.

Con cinco Oscars (mejor película, director, actor para Jean Dujardin, banda sonora y vestuario) como carta de presentación y un aluvión de críticas elogiosas, The Artist (2011) parecía una de esas citas casi obligatorias. Una vez vista, me muevo entre la perplejidad y la desilusión.

Lo que provoca perplejidad son varias cosas. En primer lugar, la razón de que sea una película muda. Nada parece justificar dicha elección, más que una especie de esnobismo o un ardiente deseo de llamar la atención. Es más, hasta pienso que la historia hubiera ganado habiéndose filmado con sonido. La referencia de Cantando bajo la lluvia (Stanley Donen y Gene Kelly, 1952), de argumento parecido, podría haberle dado pistas a Hazanavivius sobre cómo afrontar la idea correctamente. Respetando la elección del director, no termino de entenderla.

Otro aspecto sorprendente es que argumentalmente es una película sin interés. La historia es simplona, predecible y sin garra. Hasta parece que se desperdician algunas de las escasas posibilidades que ofrecía, sin lograr un drama convincente y profundo ni plantear una historia de amor conmovedora. Al final, la relación entre George y Peppy se queda en una simple admiración desde la distancia, hasta el momento del desenlace, que no aporta demasiado al conjunto y la caída de George se vive con cierto distanciamiento, como si la ausencia de sonido y esa música repetitiva le dieran un aire irreal, sin verdadera profundidad.

Además, el ritmo se resiente en numerosas ocasiones, como cuando se repiten las tomas durante un rodaje, por ejemplo, de manera que el film, sin una duración excesiva, termina por hacerse demasiado largo. Tampoco los alardes de Hazanavicius con la cámara ni la omnipresente música, que llega a saturar, alivian la sensación de cansancio una vez alcanzada la mitad de la cinta y hasta el desenlace, que me pareció demasiado previsible y corona una historia sin la más mínima nota original.

Con una puesta en escena muy cuidada, donde destaca la fotografía preciosista y algo pretenciosa de Guillaume Schiffman, The Artist destaca casi exclusivamente por la pareja protagonista. Jean Dujardin me sorprendió por lo bien que encaja en el papel, con un rostro que nos remite sin duda a los actores de la etapa muda del cine y comienzos del sonoro. Pero además, su trabajo es sobrio y eficaz. Sin embargo, la gran sorpresa para mí fue Bérénice Bejo, especialmente al comienzo, con una gracia y una frescura que hipnotizaban. Realmente maravillosa. 

Por eso mi perplejidad ante tantos halagos y premios. La explicación que le encuentro me recuerda el dicho de "En el país de los ciegos el tuerto es el rey". Ante la banalidad del cine actual, plagado de cintas para adolescentes o refritos cuya única justificación es el negocio puro y duro, puede entenderse que una cinta en blanco y negro y muda, que desafía las normas comerciales, se convierta en un punto de interés inmediato; pero de ahí a confundir un film normalito con la última maravilla cinematográfica me resulta aterrador. 

Planteada, según su director, como un homenaje al cine y en concreto a Alfred Hitchcock, Fritz Lang, Ernst Lubitsch, John  Ford, Murnau o Billy Wilder, se queda tan lejos de esos maestros que no llego a entender en qué se basó para pretender construir homenaje alguno con tan poca cosa.

Al final, desilusión.

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