Dirección: Brad Anderson.
Guión: Brad Anderson y Will Conroy.
Música: Alfonso de Vilallonga.
Fotografía: Xavi Giménez.
Reparto: Woody Harrelson, Emily Mortimer, Kate Mara, Eduardo Noriega, Ben Kingsley, Thomas Kretschmann, Etienne Chicot, Mac McDonald.
Roy (Woody Harrelson) y su esposa Jessie (Emily Mortimer) deciden coger el Transiberiano en su viaje de Pekín a Moscú. En el viaje conocen a Carlos (Eduardo Noriega) y Abby (Kate Mara), su novia.
La base argumental de Transsiberian (2008) no es demasiado original, por no decir que se ha visto en numerosas ocasiones: un encuentro fortuito de los protagonistas con personas que bajo una apariencia amable ocultan una personalidad peligrosa. Sin embargo, la novedad radica en que Jessie, que parece una víctima propicia para Carlos, acaba resultando mucho más peligrosa de lo que podríamos pensar. Sin duda, es el giro más original e interesante de Transsibeiran.
Otro punto a su favor es el clima de tensión e incertidumbre que recorre toda la historia, de manera que Brad Anderson consigue mantener nuestra atención a lo largo de toda la duración del thriller, que se desarrolla con bastante fluidez y no llega a cansar. Sin embargo, hemos de hacer dos pequeñas salvedades a este hecho: el comienzo del film, la parte en que Roy y Jessie conocen a Carlos y Abby se hace un poco insulsa, pues dura quizá demasiado sin alcanzar la tensión necesaria, con algunas conversaciones que en realidad no aportan gran cosa. Y en segundo lugar el desenlace, que vuelve a ser, como en muchas películas de este corte, la parte menos sólida, cuando debería ser el climax que corone la intriga. No es un mal desenlace, que conste, solamente que no tiene la fuerza que me hubiera gustado, en especial con esa tendencia a aclarar cada detalle, con cierta obsesión a no dejar un cabo suelto, y que no me terminó de convencer.
También es verdad que muchos acontecimientos se pueden anticipar con cierta facilidad, como el hecho de que Carlos vaya a ocultar la droga en la maleta de Jessie y es que, como apuntaba antes, la trama está muy vista, con lo que no es capaz de sorprendernos, salvo el detalle de Jessie y Carlos en las ruinas de la Iglesia, que sí que nos pilla por sorpresa, aún resultando un poco increíble.
También me gustó el clima de incertidumbre que se crea apoyándose en la brutalidad de las policías china y rusa, lo que crea una sensación de indefensión para los protagonistas que está presente a lo largo de la historia y suma enteros a la hora de "amueblar" la historia y añadir otro elemento de riesgo al viaje.
En lo que también acertó la producción fue con la elección del reparto. Woody Harrelson es un actor que siempre me gustó mucho y una vez más no defrauda en absoluto. Emily Mortimer también hace un gran trabajo, resultando totalmente convincente en las múltiples emociones a la que se ve sometido su personaje. Y la guinda la pone Ben Kingsley, un actor soberbio que siempre impone su presencia y que en papeles de malvado resulta especialmente aterrador. Eduardo Noriega, un tanto encasillado en un papel que ya le hemos visto, tampoco desentona y encaja perfectamente con su personaje.
En definitiva, un film muy bien elaborado en sus líneas principales que logra mantener nuestro interés a lo largo de casi todo el metraje. No es perfecto, algunos detalles tanto argumentales como de desarrollo podrían mejorarse, pero cumple como thriller y se disfruta fácilmente.
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