El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Alguien voló sobre el nido del cuco




Dirección: Miloš Forman.

Guión: Bo Goldman y Lawrence Hauben (Novela: Ken Kesey).

Música: Jack Nitzsche.

Fotografía: Haskell Wexler.

Reparto: Jack Nicholson, Louise Fletcher, Brad Dourif, William Redfield, Mews Small, Sydney Lassick, Will Sampson, Christopher Lloyd, Danny DeVito.

Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), basada en la novela del mismo título de Ken Kesey, es sin duda una de las mejores películas de su década; un film rotundo que no deja a nadie indiferente; una obra de arte que se ha ganado un puesto en el Olimpo de Hollywood.

A un manicomio estatal es enviado un violador reincidente, Randle P. McMurphy (Jack Nicholson), para evaluar su salud mental. Allí, con su particular modo de ser, comienza a alterar la monótona vida del resto de internos, hasta ese instante dóciles pacientes de una inflexible enfermera.

La película se ha convertido, por méritos propios, en un clásico del cine moderno y uno de los films más destacados de la década de los 70. Se presenta como una lúcida reflexión acerca de los métodos utilizados en el tratamiento de enfermos mentales; crítica a los criterios que determinan si una persona es normal o no y, en particular, la crítica es feroz hacia el personal de esas instituciones y su falta de compasión hacia los pacientes, que son tratados de manera insensible y mecánica, sin respeto alguno a su dignidad y que, lejos de proporcionar cualquier esperanza de curación o bienestar, los empuja a un callejón sin salida.

Otra lectura que se le puede dar al film es como una especie de alegato antiautoritario, en contra de la represión o las torturas.

El trabajo de Miloš Forman es ejemplar. Con pocos medios consigue contarnos una historia intensa sin pasarse nunca y dosificando maravillosamente los toques de comedia con el drama profundo de los pacientes sometidos a una disciplina inhumana y cruel. Así nos lleva por una especie de montaña rusa de sentimientos opuestos mientras se va cocinando el fatídico desenlace, que negamos insistentemente llevados de nuestra conciencia más solidaria, al tiempo que lo adivinamos como inevitable, ineludible y consecuente con el desarrollo del drama. Por una vez deseamos un final peor, un final feliz, aún siendo conscientes que el de Miloš Forman es el único posible.

Jack Nicholson hace una de las mejores interpretaciones de su carrera y cimenta un prestigio como actor que no se desvanecerá jamás, pero es sobre todo Louise Fletcher, en la piel de la sádica enfermera Ratched (papel que rechazaron Jane Fonda, Anne Bancroft o Faye Dunaway, entre otras), la que consigue la interpretación perfecta. El resto del reparto consigue también unos niveles soberbios llegando a momentos de una intensidad dramática sobrecogedora.

El film ganó cinco estatuillas (mejor película, dirección, guión y para los dos actores principales, Nicholson y Louise Fletcher) y se convirtió en la gran triunfadora de ese año.

No hay comentarios:

Publicar un comentario