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Dirección: Miloš Forman.
Guión: Bo Goldman y Lawrence Hauben (Novela: Ken Kesey).
Música: Jack Nitzsche.
Fotografía: Haskell Wexler.
Reparto: Jack Nicholson, Louise Fletcher, Brad Dourif, William Redfield, Mews Small, Sydney Lassick, Will Sampson, Christopher Lloyd, Danny DeVito.
Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), basada en la novela del mismo título de Ken Kesey, es sin duda una de las mejores películas de su década; un film rotundo que no deja a nadie indiferente; una obra de arte que se ha ganado un puesto en el Olimpo de Hollywood.
A un manicomio estatal es enviado un violador reincidente, Randle P. McMurphy (Jack Nicholson), para evaluar su salud mental. Allí, con su particular modo de ser, comienza a alterar la monótona vida del resto de internos, hasta ese instante dóciles pacientes de una inflexible enfermera.
La película se ha convertido, por méritos propios, en un clásico del cine moderno y uno de los films más destacados de la década de los 70. Se presenta como una lúcida reflexión acerca de los métodos utilizados en el tratamiento de enfermos mentales; crítica a los criterios que determinan si una persona es normal o no y, en particular, la crítica es feroz hacia el personal de esas instituciones y su falta de compasión hacia los pacientes, que son tratados de manera insensible y mecánica, sin respeto alguno a su dignidad y que, lejos de proporcionar cualquier esperanza de curación o bienestar, los empuja a un callejón sin salida.
Otra lectura que se le puede dar al film es como una especie de alegato antiautoritario, en contra de la represión o las torturas.
El trabajo de Miloš Forman es ejemplar. Con pocos medios consigue contarnos una historia intensa sin pasarse nunca y dosificando maravillosamente los toques de comedia con el drama profundo de los pacientes sometidos a una disciplina inhumana y cruel. Así nos lleva por una especie de montaña rusa de sentimientos opuestos mientras se va cocinando el fatídico desenlace, que negamos insistentemente llevados de nuestra conciencia más solidaria, al tiempo que lo adivinamos como inevitable, ineludible y consecuente con el desarrollo del drama. Por una vez deseamos un final peor, un final feliz, aún siendo conscientes que el de Miloš Forman es el único posible.
El trabajo de Miloš Forman es ejemplar. Con pocos medios consigue contarnos una historia intensa sin pasarse nunca y dosificando maravillosamente los toques de comedia con el drama profundo de los pacientes sometidos a una disciplina inhumana y cruel. Así nos lleva por una especie de montaña rusa de sentimientos opuestos mientras se va cocinando el fatídico desenlace, que negamos insistentemente llevados de nuestra conciencia más solidaria, al tiempo que lo adivinamos como inevitable, ineludible y consecuente con el desarrollo del drama. Por una vez deseamos un final peor, un final feliz, aún siendo conscientes que el de Miloš Forman es el único posible.
Jack Nicholson hace una de las mejores interpretaciones de su carrera y cimenta un prestigio como actor que no se desvanecerá jamás, pero es sobre todo Louise Fletcher, en la piel de la sádica enfermera Ratched (papel que rechazaron Jane Fonda, Anne Bancroft o Faye Dunaway, entre otras), la que consigue la interpretación perfecta. El resto del reparto consigue también unos niveles soberbios llegando a momentos de una intensidad dramática sobrecogedora.
El film ganó cinco estatuillas (mejor película, dirección, guión y para los dos actores principales, Nicholson y Louise Fletcher) y se convirtió en la gran triunfadora de ese año.
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