El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El halcón maltés




Dirección: John Huston.
Guión: John Huston (Novela: Dashiell Hammett).
Música: Adolph Deutsch.
Fotografía: Arthur Edison.
Reparto: Humphrey Bogart, Mary Astor, Gladys George, Peter Lorre, Barton MacLane, Lee Patrick, Sydney Greenstreet, Elisha Cook Jr., Ward Bond, Walter Huston.

Tercera adaptación cinematográfica de la novela de Dashiell Hammett y debut como director de John Huston, tras su etapa como guionista, y que también firma el guión. De hecho, Huston renunció a su sueldo como director, cobrando solamente en calidad de guionista de la película. Un debut por la puerta grande, lo mismo que el de otro genio del cine, Orson Welles, que dirigía este mimo año su opera prima Ciudadano Kane.

Sam Spade (Humphrey Bogart) y su socio Miles Archer (Jerome Cowan) tienen una agencia de detectives en San Francisco. Allí llega una mujer (Mary Astor) que dice buscar a su hermana, que escapó de casa en compañía de un hombre poco recomendable. Durante la búsqueda, Archer es asesinado, lo mismo que el hombre al que investigaba.

Así comienza El halcón maltés (1941), que es considerada como el primer film de cine negro de la historia. El argumento, que sigue al pie de la letra la novela de Hammett salvo en dos pequeños detalles (se omite el pasado de Sam Spade y se suprime la parte final, en que la secretaria del detective lo rechaza por entregar a la mujer a la que ama), está llevado a la pantalla con una impecable y sobria puesta en escena, para la que John Huston siguió el sabio consejo de un productor amigo suyo: "Rueda cada escena como si fuera la más importante". Logra así la mejor adaptación de la novela, pues las dos anteriores no habían sabido plasmar la esencia de la obra de Hammett; en El halcón maltés de 1931, dirigida por Roy Del Ruth, Sam Spade estaba interpretado de manera un tanto cómica por Ricardo Cortez y la versión de 1936, Satan Met a Lady (William Dieterle), con Bette Davis, ni respetaba el título original, lo que da una idea de las libertades que se tomaron con el guión, que convierte la trama original en una comedia.

Además, Huston supo crear la atmósfera perfecta gracias a una fotografía impecable de contrastes brillantes y claroscuros amenazadores. Y a ello hay que sumar unos diálogos, transcripción de los de la novela, vibrantes, directos, duros y brillantes que se cuentan entre lo más sobresaliente de un film casi perfecto.

También tuvo Huston la suerte de contar con un reparto soberbio. Humphrey Bogart deja los papeles de rufián y convierte a su San Spade en todo un prototipo del detective desengañado y perdedor, cínico y duro, dando comienzo al nacimiento del mito Bogart. Huston le había propuesto el papel a George Raft, que lo rechazó al no fiarse demasiado de un director novel. Al lado de Bogart, el impagable Sydney Greenstreet (El Gordo), locuaz y optimista, un gran actor teatral que debuta aquí en el cine; el afectado Peter Lorre (Joel Cairo) en un papel que le va como anillo al dedo y sin olvidarnos del pequeño y torpe pistolero Wilmer, interpretado genialmente por Elisha Cook Jr. Quizá sea la elección de Mary Astor en el papel de mujer fatal el único pero a este reparto. Me cuesta verla como una belleza deslumbrante capaz de llevar a los hombres a la perdición, tal vez por cuestión del cambio de estética en la belleza femenina desde entonces hasta nuestros días.

El brillante juego de engaños, una intriga intrincada pero nunca confusa, algunas frases memorables ("Es del material con el que se forjan los sueños", por poner un solo ejemplo) y el ambiente de derrota total (ni el halcón por el que han matado resulta ser el verdadero ni Spade puede salvar a la mujer que ama) hacen de esta película un título mítico en la historia del cine.

El halcón maltés recibió tres nominaciones al Oscar: como mejor película, al mejor guión adaptado (John Huston) y al mejor actor de reparto (Sydney Greenstreet).

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