El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

domingo, 8 de agosto de 2010

El hotel de los líos




Dirección: William A. Seiter
Guión: Morrie Ryskind (Obra: John Murray y Allen Boretz)
Música: Roy Webb
Fotografía: J. Roy Hunt
Reparto: Groucho Marx, Harpo Marx, Chico Marx, Lucille Ball, Ann Miller, Frank Albertson, Donald McBride, Cliff Dunstan.

El hotel de los líos (1938) es un film peculiar dentro de la filmografía de los Hermanos Marx. Se trata de una fiel adaptación a una obra que había triunfado en Broadway, Room service,  y no aparecen los consabidos números al piano y al arpa de Chico y Harpo, lo cuál es de agradecer. Por otro lado, la película se rueda con la RKO en medio de la serie de películas que hicieron los Marx para la Metro, entre 1935 y 1941.

Gordon Miller (Groucho Marx) es un empresario teatral sin un duro en el bolsillo que pretende representar la obra de un joven autor teatral con la ayuda de un hipotético socio capitalista. Alojado con su compañía teatral en el hotel que regenta su cuñado y con deuda acumulada de 1200 dólares, la llegada de Wagner (Donald MacBride), inspector de la cadena hotelera, pone en peligro la subsistencia misma de la compañía de Miller.

Para muchos, El hotel de los líos es un film menor dentro de la obra de los Marx. El motivo es que se trata de una obra no tan caótica como las que solían hacer, especialmente en su primera etapa con la Paramount, y apegada a una trama más convencional. Sin embargo, la comedia cuenta con un argumento tan absurdo como alocado, lo que hace que el humor de los Marx encaje de manera eficaz en esta estructura.

Por otra lado, la comicidad ya no se ciñe exclusivamente a los Marx, que no pierden su humor surrealista y demoledor, si bien más enfocado dentro de la trama, y aparecen al fin otros personajes que contribuyen decisivamente al ritmo y la chispa de la historia. Me gustaría destacar a la mayoría de ellos: el camarero ruso, el  financiero asustadizo, el "porfiador", el autor de Salve y usted lo pase bien y, sobre todo, el personaje del inspector Wagner, realmente genial, inmenso, protagonista de algunas situaciones soberbias, desquiciado en su lucha contra los elementos y siempre al borde del histerismo.

La parte romántica de la historia, una constante en los films de los Marx, si bien está presente, adquiere mucha menos relevancia en este caso y casi asistimos a ella de oídas. Por no aparecer, no aparece ni la entrañable Margaret Dumont, pero otra cosa buena de la película es que consigue que no la echemos de menos.

Y en cuanto a las frases legendarias de los Marx, éstas no faltan a su cita: "El amor verdadero sólo se presenta una vez en la vida", dice el autor teatral, "Sí, y luego ya no hay quién se lo quite de encima" (Groucho).

Para mí, El hotel de los líos es una grandísima película de los Marx y la sitúo a la altura de las mejores, como Sopa de ganso (1933) o Una noche en la ópera (1935). Sin responder al esquema más típico de sus trabajos, mantiene un gran nivel, con algunos momentos a la altura de los mejores de los Marx.

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