El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

jueves, 5 de agosto de 2010

El mago de Oz



El mago de Oz (Victor Fleming, 1939) es uno de esos títulos que arrastran tanta fama detrás de ellos que uno se siente obligado a verlos, aunque con cierto temor a que tantas expectativas creadas se vean defraudadas.

La película, basada en "El maravilloso mago de Oz", novela de L. Frank Baum, es un brillante musical desarrollado sobre un cuento infantil bastante simplón y un tanto decepcionante. La pequeña Dorothy (Judy Garland) es arrancada de su hogar en Kansas, junto a su perro Toto, por un tornado que la lleva al País de Oz. Ayudada por el Hada Buena del Norte (Billie Burke), Dorothy echa a andar hacia la Ciudad Esmeralda en busca del mago de Oz, para que la ayude a volver a su hogar. Por el camino irá haciendo amigos: un espantapájaros (Ray Bolger), un hombre de hojalata (Jack Haley) y un león cobarde (Bert Lahr). En realidad, todo ello no es sino un sueño de Dorothy en el que transforma a las personas de su entorno en personajes de ese extraño universo soñado.

La fuerza de El mago de Oz reside evidentemente en los números musicales, con temas tan brillantes e inolvidables como "Over the Rainbow", ganadora del Oscar a la mejor canción, "If I only had a Brain" o "Off to see the Wizard". El otro Oscar que ganó la película se debe precisamente a la banda sonora. El tema de las coreografías y el uso del color, así como la fantástica ambientación en un país imaginario ya es harina de otro costal. Es cierto que sobre gustos no se puede decir nada, así que ésto es sólo mi opinión personal y que consiste en que en general detesto el tono chillón del País de Oz y lo que ya no soporto en absoluto son esos seres escalofriantes llamados Munchkins.

Como decía, bajo esas brillantes canciones se desarrolla un cuento un tanto ingenuo y no demasiado brillante y con un desenlace decepcionante. Se nota en exceso el efecto demoledor del paso del tiempo y la historia peca de una simpleza que no está a la altura de la música.

Sobrevuela la película, además, un aroma a cursilería bastante repelente, que se refleja a su vez en unas interpretaciones asentadas en la exageración y la gesticulación desproporcionada.

La película catapultó a la fama a la talentosa Judy Garland.  El rodaje no fue sencillo y parece ser que, además de Victor Fleming, acreditado como director de la cinta, participaron también Richard Thorpe, George Cukor y King Vidor. Finalmente será el pase por televisión, a partir de la década de los 50, lo que serviría para asentar su fama y convertir a esta cinta en un clásico del musical.

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