El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

sábado, 16 de octubre de 2010

Atraco a las tres



Atraco a las tres (José María Forqué, 1962) es un título mítico del cine patrio. Es una de esas películas que siempre se citan cuando se repasa lo mejor de nuestro cine. No es una película exenta de fallos y en algunos momentos se roza lo grotesco, pero en conjunto es una buena comedia, muy por encima de la media nacional.

En una sucursal bancaria, el director (José Orjas), un hombre ya mayor y de gran corazón, va a ser relevado de su cargo por su ligereza a la hora de conceder préstamos. Su marcha es la ocasión perfecta para que Galindo (José Luís López Vázquez) decida poner en marcha su plan de robar la sucursal. Y aunque en un primer momento sus compañeros se escandalizan ante semejante idea, poco a poco empiezan a vislumbrar las ventajas de participar en la empresa.

Quizá lo mejor que se puede decir de Atraco a las tres es que, dentro de la línea de humor típicamente española, consigue contenerse bastante bien y sólo en contadas ocasiones de peca un poco por exceso. Es cierto que el argumento no está libre de ciertos tópicos, pero predomina un humor más elaborado, a base de situaciones que, aunque previsibles, están bastante bien llevadas, y con chispazos de humor aquí y allá que nos mantienen despiertos y nos arrancan más de una carcajada por sorpresa.

La película es una parodia, una comedia castiza, un film que nos retrata como chapuceros, machistas, reprimidos, avariciosos y manazas. No hay nada nuevo desde este punto de vista, pero sí un cierto estilo, un guión bastante trabajado y con momentos muy logrados y un reparto sobresaliente en líneas generales.

Es verdad que algunas escenas son realmente malas, como la del baile de Katia Loritz, pésima actriz que no debiera haber formado parte de la película, o algunos momentos en que se roza el ridículo por querer estirar de más la comicidad de una situación. Y tampoco es que Agustín González lo borde. Puede que sea el más flojo del reparto, tras la citada Katia, anunciando ya lo que serán sus actuaciones futuras: un cúmulo de gestos repetidos y sobreactuación casi sistemática. Alfredo Landa, en los comienzos de su carrera, tampoco está brillante. El peso de la película recae en López Vázquez, genial a pesar de sobreactuar un poco, en Gracita Morales, realmente encantadora en su papel de vampiresa, en Manuel Alexandre, un botarate genial, y en Cassen, que me parece de lo mejorcito del reparto, un tipo gracioso por naturaleza y que realiza un estupendo trabajo. Tampoco me gustaría olvidarme de Manuel Díaz González, Prudencio en la película, actor menos conocido pero que está realmente perfecto en el papel de odioso interventor, un personaje que desgraciadamente es bastante habitual entre los empleados de banca e imagino que en otras profesiones.

Sin embargo, a pesar de sus pequeños fallos, Atraco a las tres es una buena comedia. No es un film genial, pero sigue vigente a pesar de los años transcurridos y muy pocas obras nacionales pueden hacerle sombra. Es un film que nos hace pasar un buen rato y sabiendo lo difícil que es hacer una buena comedia, y más con el estilo un tanto chabacano de nuestro humor, el mérito de Atraco a las tres es enorme.

Como curiosidad, decir que el nombre del banco de la película, Banco de los Previsores del Mañana, se inspira ciertamente en el nombre que tenía en su época el Banco Popular Español, originariamente: Banco Popular Español y de los Previsores del Porvenir.

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