El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

lunes, 25 de octubre de 2010

Fallen




Dirección: Gregory Hoblit.
Guión: Nicholas Kazan.
Música: Tan Dun.
Fotografía: Newton Thomas Sigel.
Reparto: Denzel Washington, John Goodman, Donald Sutherland, James Gandolfini, Embeth Davidtz, Elias Koteas, Robert Joy, Barry Shabaka Henley, Aida Turturro.

Enganchado a la tendencia en vigor, al film fácil y resultón, Fallen (1998) se une a la moda del thriller de psicópatas y crímenes misteriosos. Pero buscando un algo más, enredando el ovillo hasta límites increíbles, Hoblit se adentra sin sonrojo en el más allá.

El detective John Hobbes (Denzel Washington) ha conseguido detener a un peligroso asesino en serie que es ajusticiado en la cámara de gas. Todo parece haber terminado cuando, de repente, comienzan a aparecer nuevos hombres asesinados con el mismo método que utilizaba el asesino ejecutado. Pronto, Hobbes comprende que no se enfrenta a un caso más, sino que tiene que luchar contra un extraño ser y sobrenatural.

Un poco en la estela de Seven (David Fincher, 1995) o al menos buscando un buen resultado como aquella, Fallen obtuvo un buen respaldo en taquilla, lo que demostró que la fórmula funciona a nivel de gran público. Otra cosa son los méritos reales de la película.

La verdad es la primera parte de Fallen funciona bastante bien. Mientras estamos en ascuas, sin conocer realmente que es lo que esconde el argumento, la intriga nos atrapa y nos mantiene alerta, en busca de pistas y explicaciones. En este sentido, el comienzo con el flash-back de un Hobbes en peligro de muerte, aunque luego entenderemos que no era lo que creíamos, es un punto de partida magnífico para engancharnos desde el primer minuto. Pero el problema en estos casos suele aparecer cuando llega la hora de las explicaciones. Y Fallen no se libra. Los excesivos y nunca convincentes argumentos tendentes a aclararnos quién es el malo de la película, una especie de ángel caído ansioso de venganza, arruinan en parte la buena primera parte de la película. Cuando la clave del misterio es sobrenatural, pura invención artificiosa e irreal, está demás intentar racionalizarla para que nos resulte digerible. Los intentos resultan infantiles y hasta patéticos. Incluso en ese momento, en la parte central del film, el ritmo cae bastante, pasando la película por momentos un poco anodinos.

Nos queda, al menos, pensamos, ver el desenlace. Si éste resulta imaginativo y poderoso, podremos perdonar algunas licencias de la trama. Pero el desenlace, si bien no es una chapuza, no termina tampoco de funcionar y en parte es porque se basa en un engaño que ha estado ahí desde el principio: el citado arranque en flash-back. Y es que el problema de no tener un buen guión hace que el interés se mantenga con alfileres, a base de trampas, ocultaciones y a veces incluso conejos saliendo de la chistera. Es lo malo de fiarlo todo a los efectos, sean visuales o argumentales.

Para que este tipo de propuestas funcionen a nivel general y atraigan al público es necesaria una buena factura, que Fallen la tiene, aunque sin brillantez, y un buen reparto, que también está presente. Tanto Denzel Washington, con su registro habitual, como Donald Sutherland, siempre con ese punto de maldad o cinismo que tan bien le sientan, o el maravilloso John Goodman están convincentes y sostienen el tinglado acertadamente.

En resumen, una película para pasar el rato, pero sin que llegue a alcanzar ninguna cota de buena calidad en ningún apartado. Incluso, hilando un poco fino, podríamos achacarle un cierto tufillo peligroso cuando, al comienzo de la película y sin venir realmente a cuanto, se defiende a los polis corruptos como una especie de mal menor. Un detalle sin duda bastante desafortunado.

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