El cine y yo

Me resulta imposible imaginar mi vida sin el cine. De alguna manera me ha ido conformando en salas oscuras, donde el universo por entero brillaba ante mí y la realidad, la otra realidad, desaparecía milagrosamente para dar paso a una vida ilimitada. Al menos, cuando yo era niño era así.


Uno de los primeros recuerdos que tengo es de pánico y fascinación. La película se titulaba "Jerónimo" y yo tenía tres años. En un televisor en blanco y negro, con una imagen seguramente bastante pobre, aquella película me aterraba y me atraía en partes iguales, y yo sentía que estaba ante algo que me superaba. Desde entonces, mi vida y el cine han ido de la mano.


El cine me nutría de imágenes que abrían mi imaginación como quién abre una ventana a las montañas. El cine me proporcionaba una vida nueva infinita en aventuras y en heroicidades. El cine era un baúl, un escondite y una fuente. En el misterio estaba la plenitud.


El cine eran las sesiones de los sábados a las cuatro; eran las películas para adultos a las que accedíamos antes incluso de llegar a pisar la adolescencia, con el atractivo inmenso de todo lo prohibido; eran las fichas en cartulinas y los recortes de fotografías; eran los estrenos con colas interminables; era la conversación con aquella chica que me atrapó hasta hacerme olvidar donde estábamos... e incluso fue una declaración de amor.


No puedo imaginarme mi vida sin el cine. Nada sería lo mismo. Dejemos pues que pasen ante nosotros, en palabras, imágenes de toda una vida.

martes, 5 de octubre de 2010

La costilla de Adán



La costilla de Adán (George Cukor, 1949) pasa por ser la más conocida de las nueve películas que rodaron juntos la pareja protagonista: Spencer Tracy y Katharine Hepburn. Se trata de una comedia sobre la lucha de sexos que parte de un guión del matrimonio formado por Garson Kanin y Ruth Gordon, ganadora de un Oscar en La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968). Ambos se basaron en una historia real de un matrimonio de abogados que defendían cada uno al miembro de un matrimonio en su proceso de divorcio y que terminaron, los abogados, divorciándose a su vez para casarse con sus defendidos.

Amanda (Katharine Hepburn) y Adam Bonner (Spencer Tracy) son un feliz matrimonio de abogados. Su vida conyugal es perfecta y sólo discrepan en cuanto a la defensa de Amanda de la igualdad de ambos sexos. Sin embargo, su tranquilidad y paz se verán afectadas seriamente el día en que Amanda decide ocuparse de la defensa de una mujer que ha intentado matar a su esposo adúltero, caso en el que Adam va a ejercer como fiscal.

La costilla de Adán, vista hoy en día, resulta un film entre anticuado y exagerado. Bien es verdad que se trata de una comedia, por lo que no podemos exigirle seriedad o verosimilitud en sus planteamientos como si se tratase de un drama. Sin embargo, algunos chistes resultan demasiado exagerados, muchas situaciones directamente ridículas y, en general, me ha parecido una comedia no demasiado inspirada.

Lo mejor de la película es el duelo interpretativo de los protagonistas, dos soberbios actores sobre los que recae enteramente el peso de la obra. El talento de ambos es evidente y mantienen el interés sobre la trama a pesar de que en todo momento podemos adivinar más o menos una solución de compromiso sobre el resultado final de sus disputas y que, irremediablemente, terminarán de nuevo juntos y felices.

Cukor mantiene con nervio el hilo de la historia y consigue sostener la trama con una puesta en escena sencilla pero muy eficaz, a pesar de los estragos del paso del tiempo sobre los planteamientos iniciales y de que algunos personajes o secuencias están cargados de más, rozando, más que la comicidad, el ridículo.

Por otra parte, los alegatos en defensa de la igualdad de ambos sexos resultan también, a tono con el resto de la película, bastante tópicos y exagerados. Hay una manera más sutil de hacer comedia, pero en este caso se optó por cargar las tintas, a mi juicio en exceso.

Es difícil, desde el momento presente, hacer una valoración más equilibrada de esta cinta. Tal vez en su época resultara más impactante, novedosa y sarcástica de lo que resulta en pleno siglo XXI. Con todo, queda como un ejemplo de las inquietudes de una época; es la primera película que aborda esta temática y, por tanto, fuente de inspiración de las que vinieron detrás y es una buena ocasión para disfrutar de una pareja de actores sobresalientes, pareja también en la vida real, lo que añade un poco más de pimienta a la historia.

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